▪︎Café molcajeteado▪︎

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"Quiero ser ídol" Un sueño tan infantil como el niño rubio de seis años que lo decía. Ya a sus catorce debutó como solista, era feliz haciendo lo que le gustaba, la cargar horaria no le molestaba, quizás madrugar de vez en cuando, o pasar muchas horas en el estudio. Hasta que consiguió una novia a sus 16 años, el tiempo era algo limitado y estrecho para ambos , pero a ninguno de los dos le molestaba realmente que no pudieran verse cada día.

"¿Te gustaría unirte a un grupo de ídols?

Ya había cumplido la edad de 17 años, era un año entero de preparación para estar listo y volver a debutar correctamente, él le explicó a ella lo que haría en un futuro. No se lo tomó para nada a mal, más bien se alegró y felicitó, lo cual lo puso muy feliz en ese momento. Pero ese año se pasó tan rápido.... Si tan solo hubiera ido más lento.

Había invitado a su novia Majime para que se puedan despedir, se iría  y no sabría la fecha de vuelta, por lo que la invitó a un café un tanto conconocido de Japón.

—¡Me alegra que podamos debutar, Maji!—exclamó sentándose en una silla libre.

—A mí más,me alegra que hayas cumplido tu sueño. Felicidades—sonrió calidamente.

No duró mucho la sonrisa del chico, era conocido por ser bastante sencible y hasta dramatico. En no muchos minutos soltó el llanto.

¿Realmente lo hacía feliz? En ese caso, ¿Por qué lloraba al despedirse de ella? Estaba a unas horas del viaje y no había consuelo para su llanto.

—Zac... Ya, ya, tranquilo, será por un tiempo, nos volveremos a ver pronto—trataba de consolarlo hablándole en una voz tranquila.
Daba pequeñas palmadas en su espalda, mientras secaba sus lagrimas.

Él no decía nada, la había invitado a su última cita en un café conocido para que pudieran charlar por última vez. Pero no podía ni hablar, solo se escuchaba su sollozo e intento de calmarse.

—Es qué, Maji...—respondió suspirando.
No podía ni soltar una palabra, su llanto era tan profundo e incurable, nadie podía consolarlo.

Realmente estaba feliz de entrar a un grupo de ídolos, la mayoría tan conocidos como él. Pero no quería dejarla a ella, podía dejar cualquier cosa, pero despegarse de ella... Simplemente aunque aún estuvieran cerca le dolía, ¿cuando volvería a verla luego de su partida?

Secó sus lagrimas con el puño de su remera y habló.

—¡Nada, nada! Hay, hay que disfrutar el momento. ¡No hay tiempo para llanto dramático!—sonrió y agregó— ¡Volveré! Lo juro, lo prometo, nos veremos de nuevo aquí... Vendré solo a verte, ¿Sí?
Hablaba entre cortado, ese maquillaje que se había hecho en la mañana; era casi nulo, sus lagrimas habían hecho que se corriera todo. Sus ojos estaban manchados de delineador negro, sus mejillas con rubor "derretido", pero esto último la hizo sonreír, ella amaba sus pecas que se veían sin  esas capas de maquillaje.

—¿Es una promesa?—acercó su meñique—. Y ya, Zachy, deja de llorar.

—¡Lo prometo!—entrelaza ambos meñiques—, ya no voy a llorar más, fue solo un llanto repentino.

Y así pasaron su última juntada en el café llamado "Big star". Prometieron volverse a ver cuando regrese a Japón, quizás en meses o... ¿Años?

Fueron hasta el lugar de despegue, el avión ya estaba por partir, pero él no podía despegarse del brazo de ella. No quería estar tantos kilometros lejos.

—¿Y sí me quedo otro año?—preguntó.

—No Zac, no dejarás tu sueño por estar conmigo. Vamos, quiero verte en televisión cuando llegues a Corea, ¿Te imaginas la gran cartelera cuando debuten? "El gran ídol llega a Corea" "Las estrellas brillan gracias a su lider" ¿No suena lindo?,—acarició su mejilla y agregó—.  Ve, desde aquí te estaré apoyando, Zachy.

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