cuatro.

417 19 0
                                    

Habíamos terminado de recorrer un par de tiendas con Camila y decidimos parar a desayunar en la Capke. Literalmente creo que nos recorrimos toda Nueva Córdoba más o menos en busca de un body que la rubia había visto en no se dónde, nos recorrimos millones de tiendas y nada. Se terminó comprando uno parecido al que recordaba pero en vez de rojo, negro. Por mi parte me decidí por un top negro y una pollera del mismo color, nada de otro mundo. Bien clásica. 

Luego de que tomaran nuestro pedido, habló—Y, ¿qué onda ayer? —soltó de la nada y yo la miré sin entender. —Con Julian. —aclaró. 

—¿Eh? Nada, ¿por qué? —pregunté extrañada. ¿Por qué le pintó por preguntarme de él? Si recién lo conocía. 

—No, nada. De curiosa. —me dice, acomodándose el pelo. Está rara. —Me dijo que le caíste muy bien, y que sos copada. —comenta y yo sonrío internamente. Obvio que soy copada, soy la mejor. Ahre, el autoestima hasta el cielo y el perreo hasta el suelo mami, como estilo de vida. 

—Ahh, si, que se yo. Ni idea, tranqui. Recién lo conozco, medio tímido como yo parecía. Literalmente estuvimos como 15 minutos sin hablar, encima vos que no llegabas más. —le reprocho y ella ahoga una risa. —no te rías culiada, fue súper incómoda la cosa. 

—Perdón, perdón. Pero de verdad tenía que alcanzarle unas cosas a ya sabes quién. —expresa disculpándose. Lorenzo, ay Camila, yo te dije que no era por ahí. 

—El innombrable. —le digo, mientras el mozo deja nuestro pedido en la mesa. Ella asiente. —Es un pelotudo, supongo que fuiste a devolverle sus cosas. 

—Sí, se olvidó unas cosas en el departamento y tuve que llevárselas. 

—Bueno, supongo que es la última vez. —digo, dándole un sorbo a mi café. 

 —Si, no quiero saber más de él. De verdad. —afirma ante mi mirada de desconfianza. —Hablando de pelotudos...¿Qué onda el tarado de Mateo? 

—Es un hijo de mil puta, dejalo. 

—Boluda pero tan cararrota va a ser para comentarte la foto, ¿con qué cara? nono, un estúpido de mierda. —se indigna Cami, y lo putea un poco más. Y la verdad que sí, no le da la cara. 

Con Mateo las cosas fueron un poco complicadas digamos. Lo conocí en una clandestina de una amiga que teníamos en común, y bueno, pasaron cosas ahre. No, la verdad que al principio ni bola le di, me parecía un pelotudo. Sí se me hacía lindo, tenía lo suyo, pero era muy arrogante. Y...a principio de año, trago va trago viene y terminamos chapando. Besaba tan bien el culiado encima. Y desde ese momento fuimos como "garche fijo". Pasé unos meses hermosos con él, hasta que me enteré que el hijo de puta tenía novia, y jugaba a dos puntas. Nunca supe que tenía novia, ni siquiera hubo indicio de que estuviera en una relación. Nada de fotos, comentarios, cero interacción en las redes. Nada. El conchudo ocultó muy bien su relación. Lo mandé a mudar, y me sentí muy mal y miserable por no haberme dado cuenta antes. Me sentí utilizada y me sentí pésimo por su novia de aquel entonces. Decidí hablarle a la chica y por lo menos me escuchó y no me mandó a la mierda. Me agradeció que le haya contado y después de que me dijo que no era mi culpa, que yo no tenía idea de ella ni ella de mi, que el único culpable e hijo de puta era él. Al tiempo me enteré que ella lo dejó, al igual que yo, lo saqué de todos lados. Hace un par de meses se hizo una cuenta nueva y me comenzó a seguir. No le di bola, no lo seguí. Pero tenía que comentarme. 

—Borré su comentario. Un ridículo. Me llega a hablar y lo bloqueo, te juro. —le digo, mientras tomo mi licuado. 

—Los hombres siempre vuelven cuando nos ven bien y empoderadas, los odio. —comenta ella. 

Red - Julian Alvarez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora