23: comida de Navidad.

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Miro a Elisa que está inmersa en su teléfono y pego la cabeza en la ventanilla, sigo sin entender bien por qué papá tiene que llevarnos juntas. No es necesario, además, es una comida de Navidad con la clase, y ninguna de las dos queremos aparecer de la manita.
Debo reconocer que Elisa va espectacular, otra cosa no, pero buen gusto vistiendo tiene, aunque yo no me habría maquillado tanto, no lo necesita.
Me miro en el reflejo de mi móvil y sonrío, no soy tan guapa como ella, pero al menos yo he conseguido gustarme. ¿Qué muchas veces soy insegura? Pues claro, pero me gusto muchas veces. No sé si me explico, porque expresarme me estoy expresando poco.

Suspiro y Elisa me pone mala cara, hoy básicamente también era la despedida con Damiano, ya que volvía a su casa por Navidad. Había conseguido que le dejasen volar hasta Italia para estar con su familia, como es lógico, pero le voy a echar mucho de menos. Me he acostumbrado a verle todos los días.

El coche frena delante del restaurante donde se había organizado la comida, y prácticamente ocupábamos toda la terraza. Por culpa del COVID teníamos que estar en mesas de seis, pero sinceramente prefiero eso.

Helena y Fer están ocupando una mesa, me saludan de lejos al reconocer el coche. Me despido de mi padre y sin mirar a Elisa me bajo del coche. Ella va a pedirle que la baje en otra calle, siempre lo hace, no quiere que la gente descubra nuestro parentesco.

Agarro mi bolso y lo cuelgo a modo bandolera, a mi madre no le gusta que me lo ponga así, pero me resulta más cómodo y ella no está aquí para reñirme.

En cuanto llego a la mesa Fer y Helena se levantan para saludarme con un abrazo, bueno, lo de las medidas covid se las van a saltar al parecer. Aunque bueno, vamos a estar comiendo sin mascarilla así que, igual y no puedo montar mucho drama.

- Hola, estáis preciosos - digo riendo mientras me dejo caer en la silla.

- ¿Has venido sola? - pregunta Helena buscando al italiano.

- Sip, me ha traído mi padre - miento mientras me encojo de hombros para disimular. Ellos no saben nada del asunto de Elisa.

- Pensaba que vendrías con Damiano - confiesa y me golpea con el pie mientras me mira burlona. Ellos tampoco saben que hay exactamente entre él y yo. Aunque el rumor de que nos besamos en mitad de la facultad haya volado.

- Estuve hablando con él- murmura Fer y bebe de la cerveza que acaban de traerle. - No sé si al final vendrá, en cuatro días tiene que coger un avión y mañana por la tarde tiene que hacerse una PCR, y me dijo que no se la quería jugar mucho.

- Ah, no sabía nada - murmura Helena y yo internamente la apoyo. Pensaba que si vendría o al menos lo último que hablamos ayer fue que si vendría.

- Es comprensible, le ha costado la misma vida conseguir un vuelo de ida y vuelta a Roma como para que ahora se le fastidie - mis amigos me miran y asienten.

- Pero prefiero jugármela - habla alguien alto y claro a mi lado consiguiendo que de un bote del susto. Damiano ríe junto con mis dos amigos.

- Casi me matas de un susto, imbécil - digo con la mano en el pecho consiguiendo que ría aún más fuerte. No os voy a mentir, va demasiado guapo para la salud humana.

- No me voy a quedar en España para ir a un funeral eh, te lo advierto - se cruza de brazos y me mira serio. Ladeo la cabeza y lo escucho bufar. - Mis padres y mi hermano han cogido el COVID y tienen que estar confinados, y básicamente no voy a poder verles. Así que me quedaré aquí.

- ¿Y están bien? - pregunta Helena adelantándose.

- Si si, son asintomáticos así que bien - se encoge de hombros y sonríe. Se que está fingiendo y no me preguntéis por qué, pero lo sé. Su mano se coloca sobre mi pierna durante unos segundos pero la aparta rápido en cuanto Carlos, un compañero de clase se siente junto a él.

Sinceramente me apetecía tener la mesa para nosotros cuatro, pero soy consciente de que eso no va a poder ser.
Junto a Carlos llega Julia, una chica con la que Helena y yo nos llevamos muy bien aunque no compartamos el mismo grupo. Ella nada más llegar comienza a contarnos la aventura que ha tenido para conseguir llegar al sitio, había salido con tiempo para no llegar tarde y casi pierde dos veces el metro. El camarero al escucharla decide que lo mejor es darle una cerveza y si, la chica se ha calmado un poco.

El grupo de Elisa está en la mesa de en medio, dejando claro que es la mesa principal y quienes han organizado absolutamente todo.

Y sinceramente, beber sin límites y comer hasta no poder más es algo que nos gusta a todos.

La comida pasa muy amena, todos hablamos y bueno, reímos hasta el punto de haber tenido que arreglar mi maquillaje dos veces. Tengo la manía de reírme y ponerme a llorar, es decir, llorar de la risa. En fin, dios si castiga dos veces y conmigo se ha lucido.

El italiano está jugando con el borde del vaso y observo que sus mejillas están levemente sonrojadas por la cantidad de alcohol que ha bebido. De hecho, ha bebido tanto que su mano no se despega de mi pierna y varios de la mesa ya se han dado cuenta. No es que nos guste escondernos y tal, es que básicamente no somos nada o no hay ninguna etiqueta o yo que sé.

Fer me está mirando burlón mientras que Helena cada vez que Damiano cambia la postura alza las cejas repetidas veces. De hecho, me recuerda a la niña pequeña de un vídeo en un autobús que miraba así a un chico. Vale, me acaba de dar la risa por acordarme del vídeo. El italiano aprieta levemente su agarre para que le mire y ahora es cuando me doy cuenta que lleva un rato hablándome. Os juro que no le he ignorado aposta.

- Dice Helena que si vamos a su casa, vive cerca de aquí y somos menos de diez, así que si la policía viene no nos puede multar - sonríe y miro la hora. - Faltaba una hora y poco para el toque de queda.

- Ya tengo el alcohol preparado, os pensaba invitar si o si - sonríe achinando sus ojos.

- Tengo que avisar a mis padres - digo sacando el móvil.

- Tranquila, ya he avisado a tus padres de que vas a pasar la noche con el italiano - susurra mi mejor amiga en mi oído ganando que me vuelva a asustar. Os juro que un día me matan de un infarto.

- ¿Pero tú que haces aquí? - pregunto aún con mi mano en el pecho.

- Gracias por ignorar a la Nicki - dice molesta y mirando a sus pies. Sonrío al ver a su gata, la cual pasea siempre, de hecho esa gata parece más un perro que un gatito.

Voy tan borracha que sin pensarlo dos veces me tiro al suelo para saludar a Nicki. Aunque culpo al alcohol injustamente, siempre lo hago. La gata se asusta al principio para después dejarme tirada e irse con el italiano. Literalmente ha pasado por mi lado y se ha subido encima de él, quien la acaricia mientras le dice cosas en italiano.

Miro a mi amiga mientras con vergüenza me pongo en pie y limpio mi vestido. Su gata siempre me ignora. Le caigo mal.

- ¿Has avisado a mis padres? - pregunto curiosa y ella me da un condon delante de todos. - ¿Qué haces?

- Me lo ha dado tu madre - sonríe de lado y ahí es cuando se que simplemente está montando la escena para sacar mi lado nerviosa y tímida.

- Eres una cabrona - gruño y se lo devuelvo.

- Tranquila, que no está pinchado. Además, no es broma, me lo ha dado tu madre, ¿qué utilidad le daría yo?

- No te preocupes Laia, siempre voy preparado - comenta Damiano dejando a toda la mesa con la boca abierta. Me voy a morir, pero de la vergüenza.

- Bueno, entonces Gabbi y Damiano duermen juntos, el resto nos podemos organizar - habla Helena ignorándome.

Creo que la noche va a ser muy larga.

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Holi, os lo dejo por aqui :3

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