~CAPITULO 15~

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Un espantoso y lluvioso viernes es lo que me acompaña hoy y eso que estamos en primavera.

Bien, para ponerlos un poco al día, luego de ese momento intenso entre Samuel y yo, él se ha comportado distante, así que hacemos como si no pasó nada y cada uno sigue en su vida.

Esa noche de nuevo tuve insomnio como casi todas las noches, nada nuevo la verdad, y además mis pensamientos se apoderaron de mí. No puedo creer que se avivara ese sentimiento de deseo y excitación en mí cuando pensé que eso nunca sucedería con lo que me pasó.

Y como siempre la vida juega en contra mío, hoy tendremos una cena familiar la cual yo presentaré a mi familia a la de Samuel y como estamos con él, las cosas van a estar demasiado tensa. Confío que salga mayormente bien, no puede haber errores a este punto del juego.

Es momento de decirle a mi madre lo que estuve postergando y en este exacto momento la tengo delante mío...

— Y bien, ¿de qué querías hablar?— interroga mi madre.

— Verás, como sabés que Sam y yo nos casaremos— Ella asiente—, como lógica me mudaré con él—menciono con temor por cómo se lo tome.

— Cariño, eso ya lo sé, es obvio que si se casarán tú te mudarás con él. ¿Por qué me dices esto?

— Sí, lo sé que suena tonto pero es que nunca nos hemos separado de esta manera y no sabía cómo lo tomarías.

—¡Oh no cielo! No pienses que me molestará, no te digo que no te extrañaré bastante, pero sé que lo haces por tu felicidad—exclama con una sonrisa maternal.

Asiento y le doy una sonrisa lo mejor posible por lo último que dijo.

《Ayyy si supieras madre querida》

— Lo sé mamá. No sabes cuanto te amo rubia linda—confieso.

— Y yo más mi vida— Nos abrazamos y trato de no comenzar con mi lloriqueo—, y a parte sabes que puedes venir cuando quieras.

— Síp, lo sé.

—¿Qué pasa aquí? ¿No me invitan a mí?—cuestiona mi tía.

— Claro, como no si eres la mejor tía del mundo—digo yendo a abrazarla y besar su mejilla.

— Y tú una personita hermosa— Le sonrio recibiendo el mismo gesto.

—¿Y Sabrina? ¿Hace un rato no la veo?—pregunta mi madre.

— Tuvo que ir a ver un empleo, el otro que tenía los jefes se marcharon, no debe tardar—respondo comiendo una manzana en el sofá.

— Espero que lo obtenga—proclama mi tía.

— Dios te escuche Lydia. ¿A todo esto que hora es?—inquiere mi madre.

— Las 7.35pm—anuncio.

— Entonces tú y yo nos comenzaremos alistar desde ya, sabés que debes comenzar con 2 horas de anticipación—le dice mi tía a mi madre.

Las tres marcamos una sonora carcajada y yo me dispongo a darme una ducha para comenzar a alistarme.

Ya estoy duchada y arreglada como mamá y tía Lydia, a Sabrina sólo le falta colocarse el vestido. Se le hizo tarde y llegó con lo justo a prepararse pero valió la pena el retraso porque consiguió el empleo y está que salta en un pié cada 5 segundos.

Me retoco un poco el rojo carmesí de mis labios y me rocio un poco de loción con aroma a frutos rojos justo cuando suena el timbre. Mi tía se me adelanta y abre, detrás vamos nosotras y lo veo con un traje beige que le queda perfecto en su cuerpo de Adonis.

¿Y cómo lo saludo ahora?

Mi tía lo saluda y las otras dos faltantes hacen lo mismo, no lo pienso mucho y me acerco a él para darle un casto beso en sus labios.

— Hola amor, ¿nos vamos?—dice entrelazando mi mano con la suya.

— Por supuesto—respondo encaminadonos hacía el coche.

Veo que disimuladamente se limpia su boca y luego se relame los labios.

¡Auch! Eso dolió.

¿Por qué no lo hizo más disimulado? Puesto que sí lo vi yo no lo hizo muy bien que digamos.

Nos ayuda a subir y luego sube para ir a nuestro destino.

—¿Qué tal la empresa, Samuel?— inquiere mi madre.

— Bien señora, todo va perfecto, ¿usted cómo a estado?

— Bien hijo con un poco de dolor raquídeo por la edad pero nada más.

—¡Que mal! Se cuidará me imagino ¿no?— La mira por el espejo retrovisor.

— Sí, por supuesto—contesta ella soltando una pequeña risita.

—¿Y usted señora, Lydia? ¿Qué tal sus días?

— También bien dentro de todo. Gracias por preguntar, Sam. ¿Te puedo llamar así o te molesta?— cuestiona mirándolo asustada.

— No hay de qué y sí puede llamarme así no se preocupe.

Ella sonríe mientras asiente.

¡Vaya! Sí que es comunicativo cuando quiere.

— Yo estoy bien también, gracias por preguntar—dice Sabrina con una sonrisa en su rostro.

Todos reímos por tal ocurrencia. Ella y sus locuras.

— Disculpa y me alegro—confiesa Samuel con una sonrisa que se le ve tan linda.

Sí, escucharon bien no estoy ciega.

Llegamos y bajamos del auto, mientras tanto mi nervios decidieron  salir a flote. Samuel toma mi mano y entramos a la casa de sus padres, recibiendonos todos.

Que salga todo bien por favor.









Contrato de la Felicidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora