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2. Mentiras piadozas

—¡Callie, pero mi cumpleaños es mañana!— Arizona comenzó a chillar mientras brincaba sobre la cama

—Lo sé cariño, créeme que hablé con mi jefe sobre esto, pero no me quiso darme el día libre—

—¿Tampoco puedes escaparte?— Me pegunta haciendo un puchero

—Amor, sabes que no puedo desobedecer. Perdóname, prometo que a penas vuelva saldremos— Tomo sus manos haciendo caricias con mi pulgar

—No, sales tarde y prefiero que descanses—

—Tampoco llego tan cansada, podemos salir sin problema—

—No, está bien, no te preocupes— Ari comienza a sollozar

Oh, mi pequeña va a llorar

—Puedo salir con mis amigas a tomar algo y bailar un poco—

—No llores amor, sabes que no me gusta verte llorar— Estiré mis brazos y la atraje hacia mi cuerpo

—Perdón, es que menstruar me hace más sensible de lo normal—

La junté más a mi y luego reímos juntas

—No sé que haré sin ti— Ella traza círculos en mi pecho

Cerré los ojos con fuerza tratando de no hablar de más ¿Por qué? Porque detesto mentirle, pero sé que es necesario. La verdad mañana no tengo que trabajar, solo le mentí para que no supiera la fiesta sorpresa que le estaba preparando

Semanas antes me contacté con los padres de Arizona para traerlos hasta acá. Ellos viven a unas cuatro horas de distancia, pero como no tienen vehículo les pagué pasajes de bus con mis ahorros

—¿Sabes lo triste que será pasar un cumpleaños sola?– Exclamó de manera exagerada

—Dios, Arizona. Ya te dije que podemos salir por la noche, perdón por tener que trabajar, pero debo hacerlo para seguir pagando los antojos de helado de vainilla que te dan por la noche—

Arizona me miró seria frunciendo el ceño

—Tienes razón... De todos modos, no me pidas que no sea exagerada, es mi primer cumpleaños sin ti— Arizona hizo un puchero mientras pasaba su dedo índice por la mesa trazando círculos

—Lo sé, no sabes cuanto lo siento, pero prometo compensarte—

—¿A si? Como— Preguntó a la vez que mordía su labio inferior

—Puedo darte un avance ahora— Me acerqué a ella y pasé mis manos por la parte interna de sus muslos —Si quieres...—

—Me encantaría— Contestó de inmediato

Bueno, no creo que sea necesario contarles lo que pasó después

[...]

Horas después me levanté en silencio para no despertar a la hermosa muñeca que dormía a mi lado plácidamente. Hoy iré donde los chinos a comprar las decoraciones para el cumpleaños ¿Por qué los chinos? Bueno, son mucho más económicos que cualquier local.

Terminé de arreglarme y salí hasta la calle donde me esperaba mi hermano; Mark

—Hola hermanita— Saludó desde el auto

—Hola Gasparín—

Suelo llamar así a Mark desde que éramos pequeños, ya que en esa época era demasiado blanco, tal como el fantasma

—¿Cuando dejarás de llamarme así?— Murmuró mientras me abrazaba

—Nunca Mark, nunca— Sonreí burlesca