Estoy en la pista, bajo las luces y el humo.
Oigo el murmullo del público y sé que todas las miradas están fijas en mí.
Es el 11 de febrero de 1978.
Es la final de la milla del Campeonato de Veteranos de la AAU, en el Estadio Nacional Rajamangala en el distrito de Bang Kapi. Quiero volver a salir a la pista, para sentir lo que él sintió, para honrar su recuerdo con mi sudor y mi dolor. Somos once atletas y todos estamos calentando, en camiseta y pantalón corto.
Todos pasamos de los cuarenta años, todos somos hombres maduros y enjutos, con distintos grados de calvicie y pelo canoso. En contraste con nuestros rostros, nuestros cuerpos fuertes y resplandecientes tienen un aspecto inquietantemente juvenil. Sin duda, formamos parte del grupo de hombres mejor conservados del mundo, porque hemos descubierto la fuente de la juventud.
Mientras caliento en la pista, me siento joven. Hasta llevo el pelo un poco largo, salpicado aquí y allá de canas, y me he dejado barba. Durante estos últimos minutos antes de la carrera, todos intentamos mantener la concentración y, también, poner nerviosos a los demás. Cada uno de nosotros finge estar muy seguro de sí mismo, muy tranquilo, aunque tenga un nudo en el estómago a causa de los nervios.
Yo me siento repleto de una energía nerviosa, pero no estoy preocupado, porque sé que estoy consiguiendo ponerlos nerviosos. Ellos están más preocupados de que yo les gane que yo de que ellos me ganen a mí. Los promotores han conseguido llenar el Estadio hasta la bandera. Sé que esta noche soy la máxima atracción, el primer cebo de un refinado circo romano. Hay veinte mil personas dispuestas a ver cómo diez maduros y heterosexuales devoran a un león maduro y gay.
—¡Acaba con ellos, Ohm!
—¡Ánimo, Gary, machaca a ese maricón de mierda! Oigo las voces, a pesar de mi concentración.
Todavía estoy pensando en la táctica que voy a utilizar. Me ha tocado la calle 1, que no es un buen sitio. Todo dependerá del ritmo: si salen despacio y no me cierran el paso, quizá pueda escaparme, pero tengo la sensación de que saldrán muy rápido, la sensación de que la pista quedará cubierta de sangre y tendremos un nuevo récord.
Noto cierta hostilidad por parte del público y, también, por parte de algunos de los corredores, pero también noto que hay quien me apoya y ésa es la gran ventaja que tengo respecto a los otros corredores: es mi territorio y los gays han venido al estadio desde todas partes para animarme. Mi equipo entero está en las gradas.
También han venido dos autocares llenos de estudiantes y profesores de Mahidol.
James Natouch está ahí arriba, con Sunny y el Ángel. Earth y su esposa están ahí arriba. Samantha está ahí arriba con el niño, sentada al lado de James.
Kao está ahí arriba.
Me detengo un segundo para atarme la zapatilla. Uno de los corredores que me aprecian, Mike, de cuarenta y un años, pasa junto a mí y me da una palmada sobre el tatuaje.
—Por fin el viejo león se ha dejado crecer la melena —me dice.
—Sí —replico, devolviéndole la palmada—, ya iba siendo hora.
Durante todo el invierno, mi objetivo ha sido esta competición. A causa de mis obligaciones como entrenador y profesor, no puedo asistir a muchas competiciones, así que no me ha quedado más remedio que limitarme a pulir mi forma física durante los entrenamientos.
Entreno mucho mejor ahora que cuando estaba en la universidad y lo que sé lo he aprendido de Fluke: él me enseñó a mí tanto como yo a él. (no les pasa que quieren llorar cuando Ohm recuerda a Fluke? u.u)
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El corredor de fondo (adaptación OhmFluke) -Libro 1-
RomantikEsta es una historia adaptada del libro de Patricia Nell Warren "El corredor de fondo". Un amor que florecerá en una época dónde las relaciones homosexuales son penadas y vistas como lo peor que existe, un amor que florecerá en un ambiente hostil pe...