“Dos grandes pepitas de oro” pensaba Abyss, mientras observaba fijamente, absorto, ese par de ojazos que le respondían la mirada. No sabía qué hacer, mucho menos que decir, en un espacio tan reducido y con lo que probablemente era una chica (en el caso de que no lo fuera, habría una gran incomodidad después) chocando su pecho contra el de él. Diablos, ni siquiera sabría qué hacer en un espacio del doble de tamaño y completamente iluminado en tal situación.
-Erm… -titubeo ella (suponiendo que “ella” era, en realidad, ELLA)
Abyss pensaba demasiadas cosas en muy poco tiempo, lo que no lo calmaba ni le ayudaba, pues sabía que debía decir algo pronto. Pensaba, eso sí, en las cosas que dijo Sigmund justo antes de irse; “dicen que debe ser tu amor verdadero quien esté al otro extremo para que haya tanta sincronía aleatoria”.
-Hola, oye… -dijo ella, claramente con tanta vergüenza como él
-¿S-sí? -respondió Abyss, muerto de vergüenza por la situación y por no atreverse a decir él la primera palabra, además de aún inseguro de que aquella dulce voz que lo acompañaba fuera de una chica y no la triste y terrible verdad de que quizás aún existen los eunucos
-¿Podrías, erm, por favor mover un poco tu brazo? -Abyss confirmo la presencia de su brazo atrapado entre su cuerpo y el de ella-, es que se encuentra haciendo presión en un lugar… erm, incómodo, perdón
Abyss se sonrojó completamente. Sentía la cara hirviendo y daba las gracias de que ella no pudiera verlo en ese momento pero, de todas formas, tenía que hacer algo. Intentó mover su brazo pero no podía; se sentía casi paralizado, estaba perfectamente atrapado ahí con ella y, en realidad, con cada torpe movimiento que intentaba realizar con el brazo hacía que más dolor sintiese ella.
Mientras tanto, Sigmund había llegado a destino solo para pillarse a un grupo de cuatro chicas anonadadas observando como taradas el lugar del muro donde él debía posarse.
-Permiso, señoritas -dijo Sig, imponiéndose- debo tocar aquí, justo donde TÚ tienes tu mano
-Pues nos hubieses sido de mayor utilidad al otro extremo
-¿Cómo dices? -respondió Sig, desconcertado
-Nuestra amiga… -respondió una de ellas- hace un momento estaba aquí, tocando el muro y de repente cayó dentro del mismo y ya no sabemos nada de ella
Sig miró sorprendido pero mantuvo la calma y, con un semblante investigativo, preguntó.
-¿Hace cuánto ocurrió esto?
-Hace unos 5-7 minutos -Sig se sintió algo decepcionado, creía que demoraría mucho menos en llegar al otro lado
-Hmm… creo que solamente nos queda esperar -dijo Sig, resignado-, de todas formas, mi amigo sabe cómo salir en caso de quedar atrapado
-Pues, esperemos entonces
Pasaron otros 15 minutos y la cosa ya se había puesto algo preocupante porque nadie estaba seguro de cuánto aire fuesen a tener ahí dentro ambos ni por cuánto tiempo. Una de las chicas había ido a buscar por ayuda pero ¿de qué serviría?, todos sabían que aquellos muros estaban hechizados con magia tan poderosa que solo magia aún más poderosa podría afectarlos en algo y si tal magia existía era un misterio mucha más allá de las mentes de un grupo de alumnos de tercer año.
Repentinamente, el muro se abrió.
-¡Abyss!
-¡Penélope! -exclamó el grupo de chicas
Abyss había vuelto a caer, esta vez por donde había llegado, así que Sig solamente pudo hacer una cosa: llegar tan pronto como le fuera posible y romper su marca.
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Devilworks
Fantasy"Devilworks" nos sitúa en un mundo donde los magos y brujas caminan entre los humanos, donde tienen su propia sociedad escondida con sus propias leyes y políticas. "Devilworks" nos pone en la carne de un grupo de colegiales que tendrán que ser parte...