Louis bate sus pestañas.
"¿Si? ¿Eso cree?"
"Así es." Harry se recarga en la pared. "Permíteme ser un poco atrevido, pero ese dulce rostro me indica que no eres mayor de veintiuno."
"No está equivocado, señor." Como para desafiarlo, Louis vuelve a to...
ADVERTENCIAS: Older Harry (33), Younger Louis (18), Daddy Kink, Harry y Louis millonarios, ligero dirty talk, foreplay, rough sex, y ligero dom/sub.
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La primera vez que Harry ve a Louis, su girasol, es una tarde de sábado.
Antes de ese glorioso momento, Harry está inadvertido e inconsciente del futuro, decidiendo prestar toda su atención en su arreglo en vez, pues es la única cosa que ocupa su cabeza. Tiene esta importante cena navideña con uno de los mejores socios de su empresa, y cabe decir que está bastante emocionado de ir. Principalmente porque su vida es insípida y solitaria, y no tendría a nadie con quien pasar el 24 de diciembre más su pequeño labradoodle al cual ama con todo su corazón.
Harry termina de acomodarse la camisa negra dentro de estos pantalones altos con estampado y pantorrillas anchas que lo enamoraron ni bien los vio en la exhibición de primavera de Gucci. Se alisa la camisa una nueva vez, y camina descalzo hacia su cama donde reposa el chaleco complementario de su traje. Se lo coloca por los hombros y piensa que en verdad le gusta los vuelos que tienen las solapas del saco, al igual que el contraste negro de las mismas con su camisa.
Tararea casi contento y con un pequeño movimiento se sienta en su propia cama y procede a calzarse los zapatos. Son estas botas de color blanco con un tacón realmente alto que tienen a Harry emocionado por lucirlas. Se las pone, y sube el cierre a los costados del cuero para mayor seguridad. Cuando se para y camina hacia el espejo de cuerpo completo que tiene en su armario, Harry reconoce lo bien que luce. Le gusta como las botas lo hacen parecer más alto y casi se ocultan en la anchura de su pantalón. Solo por pura maña se remanga las mangas del traje hasta los codos, y procede a darse la vuelta para checar su parte trasera.
Sonríe emocionado cuando ve que los pantalones le remarcan el trasero y la curva de su espalda, y quiere palmearse el hombro a si mismo por lo bien que se ha esforzado en lucir. Para terminar con los últimos detalles, toma los numerosos anillos que reposan en su mesa de noche y se encarga de rellenar cada uno de sus dedos con las joyas. Harry también desliza su mejor Rolex por su muñeca, al igual que el brazalete de oro que le regaló su madre antes de fallecer.
Tararea con felicidad pura pues realmente adora ponerse bonito, y se encamina al baño de su habitación para los últimos retoques. No hace mucho con su cabello más acomodarlo hacia atrás, y se rocía colonia en las muñecas, cuello, y detrás de las orejas. Cuando cree que está listo, Harry toma su cartera y mete su juego de llaves junto a su móvil y billetera, pues resulta que sus empleados están fuera hasta poco más de Año Nuevo. Su chofer tampoco está disponible, por lo que Harry baja las escaleras de su inmensa y silenciosa mansión con dirección al garaje. Se niega a sentirse deprimido por su inminente soledad, y en vez de eso, se despide de su perro, y posa una mano anillada en su barbilla cuando entra al espacio y le entra la duda de cual de sus siete coches debería llevar a la fiesta.
Después de contemplarlo, se decide por ir en su BMW de último modelo al ser el coche menos lujoso que tiene. Sube, ajusta los espejos, deja su cartera en el asiento del copiloto sintiéndose tal vez un poco triste, y con el control manualmente instalado abre la puerta de su cochera. Harry aprieta el freno, enciende el coche, lo pone en reversa, y sale del espacio hacia los jardines verdes de su casa. Está apenas anocheciendo, pero las luces de los jardines están ya prendidas, al igual que la iluminación de la fuente de agua circular que tiene en medio del paisaje. Harry enciende la radio cuando el silencio en su auto lo sofoca un poco, y con el ritmo realmente pegajoso de una tal banda llamada One Direction, se encamina a la fiesta.
