~CAPITULO 20~

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Adivinen quién no durmió anoche, SÍ yo, entre los gritos escandalizados de la pelinegra y mis malditas pesadillas tuve insomnio. Así que hoy me levanté con un humor de perros fastidioso.

Veo bajar al idiota de Samuel recién bañado y caminar a la cocina. Yo estoy apoyada sobre la mesada de la cocina con mi café en mano y veo que él se acerca a servirse café.

Como si quisiera puede tener apetito con lo de anoche.

¡Que puto asco!

— Sólo te pediré que me respetes un poco y no traigas a tus zorras aquí para estar en pleno acto carnal— Me mira con una ceja alzada—,consíguete alguna con casa o pagate un motel.

En el contrato decía que cada quien podía seguir su vida como se le diera su jodida gana pero disimuladamente cosa que él no cumple.

—¿Y quién te crees para decirme que debo hacer en mi casa? A quién invito es mi puto problema. No te metas, Kayla—gruñe con molestia.

— Si me meto porque yo también vivo aquí por si no recuerdas y no creo que te agrade mucho que traiga a mis amantes aquí cuando tú estás— Alzo un poco la voz y lo miro desafiante.

No tengo ningún amante pero no debe hacer lo que a él no le gustaría que le hiciese.

Está tenso apretando su mandíbula que creo que se le romperá y las manos apretando la orilla de la mesada.

— Ni se te ocurra invitar algún imbécil a MI casa, o la pagarás muy caro—espeta con descaro.

— No me amenaces— Lo apunto con el dedo índice enfrentandolo—, yo si tengo discreción y te respeto—digo molesta.

—¡Ja! No me hagas reír— Suelta una risita sarcástica—, que ayer no se vio lo mismo en la cafetería con el estupido de tu amiguito.— Y sé que se refiere a Marcus.

— Si tu malinterpretaste las cosas es tu puto problema—comente—. Y además, ¡¿qué cojones te importa si es mi amigo, amante o lo que se me dé la jodida gana?!— Me quejé.

— No, tranquila, me importa poco, sólo no seas hipócrita— Levantó su taza y se marchó en dirección a su despacho—¡Ah! Y esta tarde iremos a visitar a la licenciada Smith, te quiero lista—sentenció yéndose.

¡joder!

Es un grano en el culo cuando quiere.

SAMUEL

Esta siendo estresante, no creo poder aguantar por mucho y recién llevamos un mes y medio, ¿cómo haré para aguantar esta situación por los meses faltantes?

Kayla me agobia me estresa y no se por qué pero cada vez que la tengo cerca solo quiero hacerla enojar, casi siempre lo logro porque tiene un temperamento fuerte pero en cierto punto me encanta verla enojada, se ve sexy la desgraciada.

Hay momentos que he tenido que aguantar las ganas de reír por los gesto que hace, hay otros como esa vez que me abofeteó que tuve que salir de casa para no arrepentirme de mis acciones luego, voy en contra de la violencia pero personas como yo que tenemos impulsos fuertes hay momentos que tememos hasta de nosotros mismos.

Suelto un bufido, aparco en el garaje de la licencia Smith, me ayudará con unos proyectos. Bajamos y nos acercamos a la puerta, nos abre la licenciada con su típica sonrisa maternal.

— Jóvenes pasen, los estaba esperando— Admite—. Jessi por favor lleva a los señores al patio—le dice al mayordomo. Él asiente—, por favor pónganse cómodos en un momento estoy con ustedes.

— Sí, no hay problema—respondo.

Seguimos al mayordomo, tomamos los asientos, yo en la punta de la mesa, Kayla a mi izquierda y el lugar que es ocupado por la licenciada a mi derecha. Estamos en profundo silencio, hasta que regresa la licenciada.

Contrato de la Felicidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora