45 - 32 semanas

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Ah la comunidad de Madrid, tan grande y tan pequeña...

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-Amor, que el blanco se ensucia y con el tiempo se vuelve amarillo. Que no. Que lo mejor es en negro.

-Amelia, negro para un cuarto de bebé? Por favor, que no.

-Ay Luisi, que va a crecer y el negro es muy elegante.

-Amelia negro no. Que es un cuarto de un niño y que cuando crezca, pues le cambiamos los muebles.

-Las puedo dar una sugestión? – preguntó el joven que las acompañaba en la visita a una tienda recomendada por Nieves, donde los muebles para bebés eran mucho más baratos e igual de buenos.

-Por favor. – Amelia masajeó la frente en movimientos circulares.

El chico rio. – Este de aquí. – Señalo a lo conjunto con una cuna que después podría transformarse en una cama, un tocador perfecto, con 5 cajones y colchoneta, un ropero de dos puertas con espejo. – Tenemos en color caramelo, algo como de madera suave. ¿Puedo preguntar cuáles son los colores elegidos por vosotras para la decoración?

-Verde, negro y blanco, predominantes.

-Y amarillo en algunas partes. – Completó Amelia.

-Bueno. – El chico sonrió. – Creo que os va a gustar mucho. Voy hacer una previa en el ordenador, pueden mirar todo tranquilas.

Amelia y Luisita abrieron los cajones y las puertas, movieron las almohadas de color rosa que decoraban aquel cuarto de vitrina. Amelia se enamoró de un Sillón negro con taburete, no dijo nada, pero fue notable el brillo de sus ojos. Y Lusita podía casi verla allí sentada, alimentando a su bebé.

-Listo. – El chico volvió a aparecer con un Tablet en la mano. – He añadido cosas un poco parecidas con las que tenemos en el show room, a ver que os parece.

Paso el aparato en las manos de Luisita, Amelia se paró al lado de su chica y ambas sonrieron como bobas a la pantalla.

-Amoooor.

-Ese no? – Amelia concordó con una sonrisa. – Lo llevamos.

-Estupendo.

-Ah y el sillón también.

-Luisi...

-Amor, lo vamos a poner cerca de la ventana para dar con el sol.

-Amor. – Amelia mordió una sonrisa llorosa y se abrazó a la rubia. – Me entiendes demasiado bien.

-Eso es porque te quiero. – Guiño a ella. – Vamos a pagar, anda.

.

El taladro y desarmadores estaban a tope en la casa de las chicas en la semana siguiente, cuando María adentró la puerta abierta.

-Virgen santísima. Luisi?! – Gritó desde el pasillo.

-Aquí María. – Escuchó por sobre todo el ruido la voz de Amelia. La encontró en el balcón, sobre una colchoneta, solo vistiendo un top deportivo y un boxer de Luisita.

-Madre mía cuñada. – María miraba sonriente la panza reluciente bajo la luz del sol. – Que guapa estás.

-Hola María. – Intentó levantarse dos veces hasta conseguir. – Ay. Hola. – Abrazó a su cuñada.

-Hola. ¿Qué grande ya no? – Le acarició la barriga entera con las dos manos.

-Pues sí. – Amelia armó dos sillas de playa para poner en el lugar donde antes estaba la colchoneta. – Estaba intentando meditar algo.

Tu y Yo y todo lo que vino después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora