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t r e s

La maestra Misuk parece ser la más contenta con su retorno, y es mucho decir, viniendo de ella, y sabiendo que Lena lo dejó más que claro con sus chillidos el día en que regresó.

Yoongi retoma sus clases de guitarra, la composición en su portátil y las prácticas de piano. El piano que extrañó tanto como a Hoseok. En quién no deja de pensar y que debido a su ausencia las notas musicales no aparecen.

A medida que avanza septiembre vuelve a tomar el ritmo de todo lo que ama y está satisfecho de alcanzar al menos parte del nivel con el que se retiró.

Esta tarde decide quedarse a practicar, Kimma lo acompaña. Entre sus cosas abandonadas en su mochila, ha encontrado su viejo cuaderno, con sus borrones y con la canción que habla de Jung Hoseok.

Hoseok.

—¿Necesitas algo? Puedo ir por un té si quieres —ofrece Kimma.

Se niega. Sólo quiere tocar un momento y fingir que está tranquilo a pesar de que quiere correr a preguntarle al señor Jung si Hoseok se encuentra en su apartamento todavía para correr a buscarlo.

Pierde la noción del tiempo mientras toca. Toca y canta la canción que habla sobre Hoseok como si de esa forma las notas musicales aparecerán.

—No lo harán —dice Kimma.

—¿Qué?

—Las notas, no van a aparecer.

Yoongi desvía la mirada.

—Ya lo sé.

—Yoongi, ¿por qué no lo llamas?

—Porque es mejor así.

—Creo que...

Las palabras se quedan en su boca cuando él vuelve a tocar con ahínco, insistente. Escucha la puerta del salón abrirse, y sabe que Kimma se ha marchado, furiosa como últimamente, por su culpa y su actitud insoportable. Pero continúa tocando, y las siente. Se le acelera el corazón y los besos en sus mejillas que parecen gotas de lluvia. Cuando abre los ojos, en su público inventado Hoseok está donde siempre solía estar, con expresión neutra y los brazos cruzados sobre su pecho. Se detiene. Una guerra de miradas que parece eterna y le acelera mucho más los latidos.

¿Es real? Sí. Hace varios meses que Yoongi no se distancia de la tierra. Está completamente seguro de que es real.

—¿Sabes por qué? —pregunta Hoseok. Yoongi niega, aun si entiende a lo que se refiere—. Porque continúas siendo lo más maravilloso que mis ojos han visto y lo más increíble que mis oídos han escuchado. Al parecer es algo que no va a cambiar nunca.

Se le llenan los ojos de lágrimas. Es una especie de dolor y alivio. Le es difícil descifrar lo que siente escuchando eso. Hoseok permanece estático e imperturbable. Más guapo que de costumbre, su aroma dulce llena por completo el salón.

—No es justo, Yoongi.

—Y entonces ¿por qué estás aquí?

—Porque iba a pasar en algún momento. Estoy harto de aplazarlo.

—Lo sé. —Yoongi baja la mirada—. Lo siento mucho.

—No es suficiente. Te esperé, te esperé durante tres horas y yo... seguía teniendo la esperanza de que me llamaras para explicarte. Pensé que podríamos intentarlo. Me duele que a pesar del tiempo que ha pasado te sigo queriendo a rabiar. No hay día que no piense en ti.

Yoongi alza y desvía la mirada un momento, cuando regresa a Hoseok encuentra sus mejillas empapadas.

—Mierda —masculla casi para sí mismo—. No llores, por favor. Lo siento.

—Intenté seguir con mi vida y tú sólo apareces y... todo se vuelve un caos.

—Hoseok, yo... —Se atraganta con sus propias palabras.

—¿Qué?

Yoongi extiende su brazo hacia él y espera a que tome su mano para atraerlo. Dudoso, Hoseok se pone de pie y lo hace de todos modos. Él lleva esa mano bonita hasta su pecho y habla, habla todo lo que ha callado durante todo este tiempo, explica cosas que debió explicar. Hoseok lo observa, luce atento a cada una de sus palabras, al mismo tiempo que parecen dolerle más que a él sin detener las lágrimas que se deslizan por sus mejillas.

—¿Lo sientes? —pregunta Yoongi aferrando la mano de Hoseok a su pecho. Tiene el corazón enfurecido.

—¿Qué debería sentir?

Es sólo una distracción, porque su única forma de decir te quiero es cantando. Mientras lo hace se pone de pie y espera una señal. Hoseok le permite acercarse, ni siquiera se inmuta cuando pega la frente a la suya. Sólo lo mira de alguna forma a los ojos y lo escucha cantar. Un par de minutos que se sienten como si todo fuese como antes.

Las manos que se mantienen en su pecho se aferran la una a la otra con más fuerza. Hoseok toma a Yoongi por la parte posterior de su cuello con aquella que tiene libre y en un simple movimiento sus labios se unen. Es una caricia efímera, suave, pero Yoongi la necesitaba más que nada. Vuelve a acercarse para buscar un poco más.

—Yoongi —murmura Hoseok moviendo la cabeza un poco hacia atrás.

Yoongi lanza un suspiro y asiente. Entonces se aleja susurrando un ya lo sé, recibiendo una disculpa que no se merece.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—¿Qué?

—Que no me necesitabas.

—Porque sí lo hacía. Lo hago.

—Entonces ¿por qué? Mantenerme lejos, ¿qué sentido tuvo?

—Viví el calvario más grande de toda mi vida en menos de diez horas. No quería involucrarte en él. No estaba bien, no sé si ahora lo estoy. Tú no merecías vivirlo sin razón.

—Quería estar contigo, Yoongi. —Hoseok da un paso hacia adelante una vez más, pero él sólo cae sobre el asiento del piano con la cabeza gacha para evitar su contacto—. Y todo lo que implicaba eso. No necesitabas cuidarme, sé cuidarme solo.

—¿Qué sentido tiene esto ahora?

—Porque continúas sin verme, Yoongi. Probablemente nunca lo hiciste de verdad.

Entre balbuceos Yoongi intenta decir una palabra, pero los pies de Hoseok se alejan en dirección a la puerta.

Entre balbuceos Yoongi intenta decir una palabra, pero los pies de Hoseok se alejan en dirección a la puerta

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Astronómicamente Inexacto ♫ yoonseok. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora