~Mundos Distintos Mismo Sentimiento~ [Jotakak]

☆ Sin olvidarte

Las hojas del otoño caían a causa del viento chocando conmigo para seguir descendiendo de manera suave hasta llegar al suelo. De algún modo me encontraba en el suelo al final de esas largas escaleras que conectaban con el templo, como si me hubiera caído de ellas. No sentía dolor en lo absoluto, por ende, no me había lastimado aun antes de levantarme revise que ni una parte de mi uniforme se hubiera rasgado. Mientras lo hacía; escuche el sonido de pisadas descender lentamente de las escaleras detrás de mí y extrañamente sabía quién era.

Volteé de manera inmediata, pude volver a verlo como la primera vez que nos conocimos; ir descendiendo por los escalones mientras los rayos del sol iluminaban su ser. La única palabra que podría describirlo era: angelical. Cuando llego a mí, solo paso a mi lado sin siquiera verme aun cuando mi mirada lo seguía. Su rostro era de indiferencia y sus ojos no mostraban ese brillo tan característico.

- Kakyoin - no se detuvo pese a llamarlo - Nori... - me levanté y corrí hacia él para tomarle la muñeca, solo así pude detenerlo. Volteo solo para ver como lo retenía.

- Disculpe... ¿lo conozco? - hace tiempo que no escuchaba referirse a mí de manera tan formal

- ¿Nori, no me reconoces? Soy yo, Jotaro -

- Disculpa, pero en verdad no te recuerdo - trato de marcharse nuevamente, pero lo aprete mi agarre - Por favor le pido que me suelte, debo ir al colegio -

Ambos empezamos a forcejear hasta que finalmente logro liberarse de manera brusca, tambaleándose hacia atrás; dando un par de pasos para alejarse en lo que se acomodaba la ropa.

- No se atreva a acercarse a mí - advirtió amenazante - Realmente no lo conozco en lo absoluto y tampoco tengo intenciones de conocerlo -

- Nori... solo déjame explicarte - nuevamente me hacer que a él

- Déjame en paz - antes de poder tocarlo, me empujo para huir.

Nuevamente se alejaba de mí.

Trate de darle alcance siguiéndolo, pero pese a que corría tanto como mis piernas me lo permitían; solo percibía una carrera infinita donde sería yo sería el perdedor.

El incesante sonido de mi alarma me saco de ese sueño tan grotesco. Suspiré mientras me incorporaba en el futon, vi el reloj con pereza; eran aproximadamente los 6 a.m. Todavía era muy temprano, sin embargo, debía prepárame para la escuela ya que hoy era el día de mi graduación.

Se supone que tendría que ser "un día especial" en mi vida; aun así, pero se encontraba muy lejos de serlo; quería que esto terminara lo más rápido posible. Con su habitual alegría, mi madre me apresuro a ponerme el uniforme y arreglarme en lo que ella preparaba el desayuno para mí. Sabia el contexto de mi situación y por qué mi desagrado en estar en el colegio, ella quería que fuese lo menos tedioso para mí.

Terminando el desayuno y una vez listo, salí junto con mamá rumbo a la ceremonia de graduación. Mi padre no pudo presentarse por una de sus tantas giras por el mundo, de todos modos, no importaba mucho; si tengo a mi madre conmigo.