Atados [+18]

Mío

La luz se filtra un poco por la enorme ventana que esta a un costado de la cama, abro los ojos lentamente tratando de lidiar con todas las sensaciones que me invaden

Mierda

Tan solo con moverme un poco puedo ya sentir el dolor en mis piernas y abdomen junto con el ardor en mis pechos

Me quejo un poco mientras trato de estirarme y me topo con los brillantes ojos ámbar

—Buenos días

Tiene una sonrisa de oreja a oreja con los brazos doblados atrás de su cabeza

Tiene el torso lleno de marcas y justo en este momento me entra la vergüenza porque yo debo estar igual

Sigue desnudo por lo que supongo que yo también así que tomo la sabana que subo aun más arriba de la altura de mis pechos

—¿Enserio te da vergüenza que te vea ahora? ¿Debo recordarte que ayer te bese hasta la sombra?—Se ríe sarcásticamente mostrándome esa dentadura perfecta

—Buenos días, Naru—me tomo la libertar de enrollar mis brazos en su cuello para dejar un castro beso en sus labios

—Parece que alguien despertó de buen humor

—Me pregunto ¿porqué será?

—Debería refrescarte la memoria—Ronroneo como un depredador

Me toma de las caderas para dejarme sobre el, con ambas piernas a los lados de su cuerpo

Ninguno tiene ropa y siento su erección rosando mis pliegues

Suelto un jadeo con la sensación, el se prepara buscando otro peservativo pero...

Suena su celular

—Mierda, por favor no contestes—suplico deseosa

Me besa mientras sigue restregándose a mi sin entrar solo torturándome con la exquisita sensación de sentirlo tan cerca y tan lejos a la vez

El teléfono suena y suena hasta qué pasa directo al buzón de voz

—Hola, soy Irina vaya que eres difícil de localizar solo llamaba para agradecerte  por lo de hace unas noches Nagaru, deberíamos repetirlo alguna vez.—

Siento mi sangre arder y no tardo ni dos segundos en reaccionar cuando ya lo estoy empujando lejos de mi, bajándome y tomando una distancia prudente entre ambos

—¡¡¡Te acostaste con ella!!!—lo acuso con ambas manos echas puños a mis costados—Ohhhh pero claro, ¡eres un prostiputiperrigolfo!

Me mira con cara de extrañeza claramente sin entender lo que le acabo de decir

—No sabes ni siquiera qué pasó, déjame hablar—se frustra

—¡No! No quiero escucharte, ¡eres un maldito prostituto!

—Dayana...—pero no termina de hablar cuando se ve obligado a esquivar la lámpara de mesa que le arrojó, haciéndose trizas en la pared

Me siento celosa, me siento tan celosa que me enferma la sensación

—¿Qué diablos te pasa loca?!—me grita sorprendido

—¿Qué diablos te pasa a ti?—Ni siquiera trato de moderar mi tono de voz—Tú eres mío Nagaru Wesbley, estás atado a mi y eres mío desde el maldito momento en el que me lancé para salvarte de aquel tren—