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- Nos darán la señal – susurro la mujer.

- ¿En verdad crees que tu hermano pueda? – pregunto Gustabo.

- Él podrá – lo miro – En cuanto caiga la cabeza, el resto será pan comido.

- Esta bien – suspiro.

- Cubro tu espalda hermano – dijo Horacio.

Pasaron pocos minutos donde solo habia silencio y de pronto, por el radio se escucho una voz.

-Salgan de su escondite ratas...

Los habían descubierto.

- ¿Qué haremos?

- Horacio y yo iremos – dijo Gustabo – Es nuestra guerra.

- No nos quedaremos sin hacer nada.

- Vamos Pirce, se que estas ahí.

- Se quedaran justo aquí y serán nuestro refuerzo – Gustabo guardo sus armas – Llamara a mas, asi que esten atentos, nadie mas que nosotros debe entrar a esa casa.

Gustabo y Horacio se levantaron, se miraron y tras contar tres, abrieron la puerta y entraron.

-Deja al chico en paz – dijo Horacio – No es parte de esto.

- Lo hicieron parte de esto – miro a Gustabo – Mirate nada mas, todo un hombre superado ¿no Gustabo?

- Como siempre – suspiro – Deja al chico, este asunto es entre nosotros.

- Es verdad, tienes razón – le sonrio – Aiden esta muerto, pero por suerte estas tú y contigo saldare cuentas – le corto el cuello al chico.

- ¡No! – gritaron ambos.

- Daño colateral – sonrio divertido.

- Te matare hijo de puta – Gustabo saco su arma y le apunto a la cabeza – No mereces seguir vivo.

- Matame, puede que sea el ultimo, pero ya sabemos todo de ti – lo miro con una sonrisa – Tu querida madre no es tan importante como creimos y tiene safado un tornillo – solto una risa – Pero tu querida hija, oh esa niña hermosa, quien no daría por tenerla en sus brazos y...

- No te atrevas a decirlo cabron – Gustabo comenzó a golpearle el rostro – Nadie tocara a mi hija.

- ¿Cómo estas tan seguro? – escupio sangre y comenzó a reírse.

- Gustabo te esta provocando – dijo Horacio – No lo vale.

- Tienes razón, escúchame bien, nadie tocara a mi hija por nada en el mundo – le metio el arma el la boca y vacio un cargador completo.

Gustabo tiro el cuerpo sin vida del cabecilla, su rostro y ropa estaban cubiertos de sangre y sesos.

-Gustabo solo te estaba provocando – dijo Horacio.

- Pues logro lo que quería – miro al chico – Quiero volver a casa y tener a mi hija.

Tomo al chico en brazos y salieron de la casa, para sorpresa suya habia muchos cuerpos enemigos sin vida.

-¡No! Hermano – grito Caroline.

- No pudimos hacer nada – dijo Gustabo – Le corto el cuello en cuanto entramos.

Horacio miro a su hermano, eso no fue lo que paso, pudieron hacer mas, pero todo fue muy rápido.

- Le daremos sepultura – dijo Horacio – Me encargare de todas sus computadoras – miro a Gustabo.

10-4 Jefe GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora