capitulo 1

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Soy Eitan, un adolecente al que le diagnosticaron leucemia mielógena crónica, estadio 1 a los 16 años (suena complicado), es una enfermedad que no presentaba síntomas si no hasta el estadio 4, pero eso no le quita lo perverso, ya que es terminal. Mis padres tras la noticia de la enfermedad contrataron a los mejores especialistas, quienes luego de hacer los exámenes necesarios, llegaron a la conclusión de que lo único que se podía hacer, era un tratamiento en base a quimioterapias e imatinib, un medicamento que mejorará mi tasa de supervivencia, logrando así sumarle mas años al tiempo de vida que me queda.

Como cualquier joven estaba deprimido en cuanto a la noticia, no es fácil saber que en unos años morirás, pero esa no fue razón para dejarme vencer, tenía una familia que me amaba y un plan de vida, como todos. No importaba si lo tenía que realizar en menos tiempo, estaba convencido de que lo lograría.

Con la ayuda de mis padres logré afrontar la enfermedad, cumpliendo los horarios del medicamento, manteniendo mi cuerpo en forma en base a ejercicios y comida saludable, ya que al llegar al estadio 4 mi cuerpo perdería fuerzas, debía prepararme para lo peor.

Vengo de una familia de buenos recursos, eso no quiere decir, que son los típicos millonarios, que solo se ocupan de los negocios, dejando a sus hijos en manos de niñeras o empleadas. Mis padres habían sido criados así y odiaban esa vida, alejada de todo tipo de afecto, por la misma razón, nos criaron en base a valores de respeto y amor.

Lo único para lo que les sirvió su "apellido" fue para adentrarse en el mundo de los negocios, debido a su buena reputación por manejar los mejores negocios de la ciudad. Sin embargo llegaron a triunfar, gracias a su ardua labor llena de trabajo y sacrificios, ahora son dueños de muchas empresas, junto a la herencia que les dejaron sus padres, tenemos lo suficiente para vivir una vida plena y feliz.

Mamá (Mary) al quedar embarazada dejo su cargo y Papá (Deivid) dejó a un sub gerente al mando, de esta forma solo trabaja las horas esenciales, así llevamos la vida de una familia normal, sin grandes lujos ni comodidades extremas, tenemos lo esencial, vivimos en una casa cerca a la playa, un lugar tranquilo pero no alejado de la sociedad (me encanta este lugar).

Hoy cumplo 17 años y un año de afrontar mi enfermedad, mis padres decidieron que era momento de una vacaciones familiares, junto a mi hermana Carla de 14 años, una puberta con las hormonas alborotadas que se pasa horas en el baño llenando su cara de pintura, me trae muchos problemas en el colegio, siempre tengo que defenderla de los depravados que la acosan, extraño cuando era pequeña y jugábamos juntos, pero ahora tengo a mi pequeño hermano Luck para eso, con tan solo 4 años este enano tiene más energía que cualquier otro, es un lio dejarlo cansado.

Iríamos a la casa de campo, una casa enorme junto a un lago en un pueblo no muy alejado, parte de la herencia de los abuelos, y una de las pocas cosas que mis padres decidieron conservar de ellos, quedaba a 4 horas de viaje en el subaru forester 2010, nuestro auto familiar y el que yo conduzco, (cuando mamá no lo necesita).

El camino consistía de un carretera entre montañas, lo que dejaba una vista espectacular, razón por la que nos bajábamos cada 5 minutos, a tomar una que otra foto, así pasamos las horas de viaje, escuchando música, sacando fotos y recordando viejas anécdotas de las veces que habíamos visitado ese lugar. Papá venía contando como le hacía caras graciosas a mi hermana para que dejara de llorar, cuando éramos pequeños, o cuando perdió su muñeca y tuve que ofrecerme a jugar con ella quedando lleno de maquillaje y con un peinado peculiar.

Veníamos riendo a causa de los recuerdos, y no nos percatamos de que otra vagoneta venia en sentido contrario, tras una curva, papá trato de esquivarla pero el camino era demasiado estrecho lo que ocasionó que cayéramos por el barranco. La vagoneta giró, haciendo que me golpeara la cabeza, cuando al fin paró, me encontraba colgando, sujetado por el cinturón. Me sentía mareado, débil y solo podía distinguir imágenes borrosas de mi padre que estaba delante mío, golpeaba la puerta que al parecer estaba atorada, un hombre, que supongo era del auto contrario, lo ayudó a abrirla y bajar del auto, los demás estaban inconscientes, sentí como abrían mi puerta para luego sacarme del auto, el hombre que ayudaba a papá me cargo y me alejo de ahí, lo último que escuché fue un ruido ensordecedor, y el sonido de las sirenas de una ambulancia.

Al despertar me encontraba en un hospital.

-quienes son ustedes?. Pregunté al ver a una familia en un sofá blanco, que se encontraba a un costado de la cama.

-Soy Bell. Dijo la mujer, con una sonrisa triste, como cuando le hablas a un perro hambriento que encuentras en la calle, para que confíe en ti.- Él es Rayan, mi esposo, y ellos son Javier y Lucy.

- Y que hacen aquí? . Quise saber, estaba confundido.

-Ellos son la familia Devon, Eitan. Interrumpió el doctor, que había entrado a la habitación, ojeando unos papeles. -Te trajeron aquí luego del accidente. Dijo mirándome, concentrado en mí reacción.

-Y mis padres? Donde están ellos? . Pregunté desesperado por la situación en la que me encontraba.

- Ayudé a tu padre a salir del auto. Hablo Rayan.-Luego te sacamos a ti, había fuego por lo que me alejé contigo, mientras tu padre intentaba sacar a los demás, el auto estaba volcado de lado lo que hacía difícil el trabajo. Se calló, no parecía seguro de hablar, como si no encontrara las palabras para hacerlo.

-El auto se estaba incendiando. Continúo Bell. -Tu padre intentantaba sacar a los otros, cuando exploto.

- ¿Qué? dije en un susurro, no podía creer lo que decía, eso no podía ser verdad. -No! usted me está mintiendo!. Grite desesperado a punto de tener un colapso nervioso. -Dónde está mi familia??. Quería creer que lo que acababa de decir aquella mujer era mentira, pero se veía sincera, había dolor en sus ojos. Sentía que me faltaba el aire, mi respiración era agitada. Esto no podía ser verdad.

- Eitan cálmate. Habló el doctor. Por favor, intenta calmarte, o tendré que sedarte.

Enserio esperaba que me calme? - ¡No! no me puede estar pasando esto, ¿Por qué a mí?. Dije lo último mirando a Rayan. Sin poder aguantar más, lloré. Tuvieron que sedarme, pero ¿que esperaban? me acababa de enterar de que perdí a mi familia, que solo pudieron salvarme a mí. Al único integrante diagnosticado con una enfermedad terminal. Debía de ser una broma, pero no lo era, era la cruda verdad.

El destino nos da muchas lecciones y una de las tantas es, que no importa que tan grandes sean tus sueños, las cosas no siempre salen como esperabas, pues, no sabes cuándo encuentres a un viejo amigo y te ofrezca un buen trabajo, o terminas estafado por alguien perdiendo todo lo que tenías. No puedes decir: en un mes renuncio a este asqueroso trabajo, cuando en un mes, tu hijo enferme y necesites el dinero más que nunca. La vida está llena de sorpresas, pero solo tú eres el dueño de tu destino, de las decisiones que tomas, del camino que eliges. Venimos a este mundo con un propósito y yo había decidido cumplirlo. La vida me estaba regalando otra oportunidad y no importaba que se me cruzara en el camino, iba a lograr mi propósito, total, no tenía nada por perder.

IRREMEDIABLE DOLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora