Capitulo 3: La Bienvenida

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Al dar unos cuantos pasos y estar dentro de la propiedad, pude escuchar el chirrido del portón mientras se cerraba tras de mí. Allí iba mi libertad, allí iba mi oportunidad de arrepentirme y salir de corriendo para estar con mi familia.

Comencé a caminar por el camino de piedras, que probablemente me dirigiría al colegio.

En la lejanía pude ver cómo un auto se acercaba a toda prisa, dejando una nube de polvo por donde pasaba.

Al llegar a mí, el auto se detiene, y un chico extremadamente guapo se baja del auto.

Parecía tener entre veinte y tanto años. Tenia puesto una comisa de botones de manga corta azul, unos pantalones elegantes negros y unos zapatos de vestir.

Su cabello estaba perfectamente peinado, con una partidura en el lado derecho.

Estaba hipnotizada.

—¿Tú eres Alejandro Hiert?.

—Si, el mismo —Dije cambiando el tono de voz y tratando de pensar en cómo hablaban los chicos. Parecerá tonto, pero nunca me había puesto a pensar con detenimiento la forma en la que los chicos se expresan.

—Venga, pues sube al auto que te llevo a la entrada. No quieres echarte esta caminata hasta el colegio con esos zapatos. — Rió.

¡Esa sonrisa! Esa dentadura perfectamente blanca, no podía dejar de mirarlo.

—¿Vienes o te vas a quedar ahora parado todo el día?. —Preguntó mientras colocaba mi maleta en el asiento de atrás.

—¡Sí, sí! Vamos —Respondí mientras rodeaba rápidamente el auto para subirme al asiento del pasajero.

No podía quedarme mirando a los chicos así, sospecharían. Esto va a ser mas difícil de lo que pensaba.

Ya comencé con el pie izquierdo.

Al terminar de colocar mi equipaje en el asiento de atrás, el chico entró al auto, lo encendió y marchamos camino al colegio.

—Bueno Alejando, creo que todavía no me he presentado. Soy Lucián.

—Un placer Lucian, y dime ¿es tu primer año?.

—No, que va. Llevo dos años aquí, aprendes a cogerle cariño a este infierno con el tiempo.

—¿Infierno?.

—Bueno, no así, pero aprenderás mas sobre la marcha. Hay quienes prefieren estar aquí que en el mundo exterior. Tu sabes, por eso de que la gente nos tiene prejuicio.

¿Prejuicio?, ¿De qué hablaba este chico?. Esto era un colegio militar, las personas no le tienen prejuicios a los que dan su vida por el país. No entiendo nada.

—Si, entiendo —Conteste para no quedar como una tonta, bueno, como un tonto. No quiero crear ni la más mínima sospecha en este lugar.

—Bueno, hemos llegado.

Era increíble lo que mis ojos veían. El colegio era enorme, no, mejor dicho, era gigantesco. Tenia cara de ser muy viejo, pero su arquitectura era impresionante. ¿Cuántos años llevará este colegio aqui?.

Rápidamente, Lucián aparcó el auto, nos bajamos y saque mis maletas.

—Te voy a llevar a tu habitación, hoy conocerás a tus compañeros y te darás una vuelta por el colegio para que sepas donde están los lugares importantes como la cafetería, los baños, entre otros. En la semana, cuando ya todos los nuevos hayan llegado, se hará una conferencia de bienvenida. Ahi te explicaran mejor todo.

—Suena bien, gracias.

Lucián abrió las inmensas puertas de la entrada del colegio. El interior era mucho más impresionante definitivamente. El techo era altísimo, con grandes candelabros que colgaban. No había mucha decoración, pero con los diseños en piedra en las paredes era más que suficiente. Era hermoso.

Colegio Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora