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Las mañanas en la casa de Hyori eran desastrosas, y siempre que era fin de semana, deseaba no haber despertado.

Su madre se movía de un lado a otro haciendo cosas y gritándole desde la planta inferior que despertara de una vez, su padre arreglaba su traje frente al espejo de la entrada y su hermana menor dormía plácidamente en su cuna.

—Dios, como desearía ser tu. —Mustió la pelinegra mientras con su cara adormilada observaba a la pequeña Eunji estirarse para volver a dormir. Rasco su ojo para dispersar el sueño de su cuerpo y acomodó la camiseta de su pijama.

—¿Por qué sigues perdiendo el tiempo? Ve a ducharte, llegarás tarde a las clases de piano. —Su madre la regañaba desde la puerta de la habitación de su hermanita, Hyo-ri no hizo más que asentir y encaminarse al baño para cumplir con sus tareas diarias de aseo personal.

Como siempre, los fin de semana eran días bastantes rápidos y llenos de cosas por hacer, su madre y ella no perdían el tiempo, debían aprovechar lo mejor posible esos días sin el horario de la escuela. Empezaban el día realmente temprano, exactamente a las cinco de la mañana, lo cuál no estaba mal para Hyori pero el día anterior se había quedado dormida en realidad bastante tarde luego de que sus padres la castigaran por haber llegado una hora tarde a la casa y sin su suéter de la escuela, no era exactamente el regaño lo que la había mantenido despierta hasta las tres de la mañana, de hecho había sido el chico extranjero con el que se había encontrado.

En su cabeza, repasaba su encuentro una y otra vez, repetía sus palabras y las del chico, y no pudo evitar haberse sentido avergonzada tantas horas después de ese incidente, más que nada por su actitud frente a la situación, había sido completamente desagradable. Además, no entendía su miedo, claro su madre era una señora mayor que desconfiaba de gente del exterior pero, ella no tendría porque hacerlo.

—Estas muy distraída, pon atención en lo que haces. —Su padre le dio un pequeño golpe en la cabeza para traerla de vuelta en la realidad, Hyori se había quedado mirando su tazón de fruta y avena sin pestañear durante unos dos minutos, sus padres estaban notando que algo estaba mal con ella desde el día anterior. Su hija nunca vacilaba, ni se quedaba pensativa durante el desayuno, la conocían lo suficiente como para notarlo.

Ambos adultos estaban teniendo una conversación sobre la que la pelinegra se desentendía, pero sabía que era sobre ella.

—Así que por favor ve a preguntar por tu suéter luego de tus clases de inglés. —Dijo su madre, mientras la miraba atenta, Hyori solo asintió y terminó de desayunar tranquilamente mientras sus padres hablaban de cosas triviales.

Su padre y ella se subieron al auto para irse, su madre se quedaba en casa con Eunji la mayor parte del día, aunque también tenía un pequeño trabajo desde casa. No era necesario para el ingreso económico de el hogar, pero de todas formas a la señora Jihye le gustaba aportar algo a su esposo ademas de la crianza de sus hijas.

Mientras tanto, la pelinegra disfrutaba la vista de la tranquila ciudad a esa hora mientras la radio sonaba de fondo, nunca sabía que decir exactamente frente a su padre así que agradecía que la voz de algún comentarista ambientara el pequeño espacio del auto. El se encargaba de llevarla a sus clases temprano, y el resto del día era su responsabilidad, debía moverse sola por las calles para hacer sus actividades regulares de fines de semana.

Hyori prefería la bicicleta antes que caminar pero su madre decía que era más saludable que caminara durante el día, y como siempre ella no dudaba frente a las palabras de Jihye, simplemente hacía caso. Además de que todos los lugares a los que tenia que ir estaban relativamente cerca.

—¿Está bien aquí? —Preguntó su padre, mirando la academia a una cuadra— Debo tomar esta calle al trabajo.

—Sí, gracias.

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