XXVI. N O C O M O A N T E S

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Juan Pablo caminaba en dirección a la casa de sus padres jugueteando con su anillo de bodas, pateando una que otra roca y con un nudo en la garganta que le impedía respirar

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Juan Pablo caminaba en dirección a la casa de sus padres jugueteando con su anillo de bodas, pateando una que otra roca y con un nudo en la garganta que le impedía respirar. Alejandro se ofreció a acompañarlo, pero él declinó su oferta excusándose en su voluntaria soledad; ambos limpiaron la mayoría del desastre en el quiosco en un intento por aminorar la carga de emociones del momento.

Su esfuerzo sólo produjo una herida en su mano, provocada al intentar levantar los trozos de vidrio de las copas con las que pensaba brindar en compañía de su esposo. Juan Pablo no podía dejar de pensar en dichas copas.

Rotas... Tal como lo estaba su corazón, y a él sólo le quedaba levantar los pedazos y lastimarse en el intento.

Dejó la herida sangrar y no alertó a su amigo, sólo escondió su mano en el bolsillo de su abrigo, y en algún punto camino a casa la sangre se detuvo. Aunque no le preocupaba realmente la cortadura.

Sólo esperaba no encontrar a Simón en casa. Esperaba poder tomar su almohada y mudarse a la recámara de huéspedes... Esperaba tener un poco de paz en esa caótica noche.

Pero como él ya sabía, a la vida le encantaba ejercer presión sobre las grietas en su interior.

Entró a su habitación con cautela y logró tomar su almohada entre sus manos. Cuando estaba a punto de irse, esa voz le jodió de nuevo, rehusándose a brindarle esa paz tan deseada.

Juan Pablo... ─ Escuchó detrás suyo, y el nudo se hizo más fuerte. Intentó no hacer caso y avanzar hacia la puerta, pero la voz de Simón no dejaba de martirizarlo.─ Lo siento.

Villa detuvo sus movimientos pero no se atrevió a girar, permaneció inmóvil y en silencio, e involuntariamente incitó a Simón a continuar.

Yo... Quise llegar, te lo juro. No era mi intención hacerte esto, sé que te esforzaste con la sorpresa y no tienes idea de lo mal que me siento por no haber podido estar ahí... Sé lo importante que era para ti celebrar nuestro primer mes de casados.

La silueta de Villamil resaltaba entre la oscuridad, y era delineada por la luz de la luna que se colaba por las ventanas. Cuando Simón lo vió girarse en su dirección, Juan Pablo llevó su mano al apagador de una lámpara cercana y la luz que esta emanó le permitió al de gafas apreciar su desolado rostro.

Simón supo entonces lo mucho que lo había lastimado.

Viste el mensaje... ─Villa rompió el silencio. Sabía que no era una pregunta, pero Simón estaba preparando una respuesta.

─ Juan...─ Y es así como el mencionado le proporciona la segunda bofetada en su matrimonio bajo una expresión de ira pura.

La mano le temblaba por el ardor de aquel golpe, había hecho a la piel blanca del azabache emitir un chasquido doloroso de oír y de sentir; una lágrima en la mejilla de Villa bastó para demostrar que ese golpe también había dolido para él. Pero eso no era lo único que haría en ese momento.

R E V E N G E | Villargas / IsargasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora