14

767 105 7
                                    

Jaemin siempre pensó que no había mayor estupidez que tatuarse el nombre de su pareja. Y lo había hecho.

Por lo tanto llegar al departamento de Jeno besuqueándose como dos adolescentes hormonales no sonaba tan estúpido como debería hacerlo.

Se suponía que saldrían a comer en un lugar tranquilo, tomarían unas cervezas aunque no sean de su agrado y cuándo llegará el momento indicado le contaría la verdad.

Pero no, nada de eso había pasado.
Jeno lo había llevado al mismo bar en el que se conocieron, sin siquiera saberlo, y habían tomado una botella de ron. Habían bailado muy pegados, tanto que podía oír los latidos del corazón del contrarío. Era como revivir el primer encuentro, sólo que está vez sin fingir ser otra persona.

Jeno le había invitado a seguir bebiendo en su departamento con la excusa de que debía manejar, así que sonaba bien emborracharse en su casa y después dormir hasta que la resaca acabara con ellos.

Sólo que en el camino de vuelta, exactamente mientras subían por el ascensor, Jeno sin previo aviso lo había tomado de la nuca para atrapar sus labios entre los suyos. Después de salir del trance al que había entrado, enrollo sus brazos sobre los hombros del mayor y siguió el apasionado beso.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, el pelinegro había bajado sus manos al trasero del rubio alzándolo para que abrazara su cintura con sus esbeltas piernas. Jeno parecía conocer a la perfección el camino, sin cortar el húmedo beso, logró abrir la puerta correcta y volver a cerrarla de una patada, estampando al menor contra está una vez adentro.

La mente de ambos se había nublado completamente, quizás el alcohol o tal vez la increíble tensión sexual que había entre ambos los había llevado al extremo de arrancarse la ropa el uno al otro, mientras entre besos y manoseos llegaban a la habitación del mayor.

Se escuchaban los jadeos y respiraciones agitadas, la fricción de ambos cuerpos se sentía caliente y necesitado. Sus miembros duros empezaban a gotear el pre-semen para cuando la espalda desnuda de Jeno tocó las sabanas de algodón color azul.

Jeno se posicionó entre las piernas del menor apoyándose en sus codos, pegando sus abdominales iniciando un delicioso meneo presionando ambas erecciones entre sus cuerpos.

El sudor no tardó en hacer acto de presencia haciendo que los mechones rubios de Jaemin se pegaran a su frente mientras el pelinegro recorría su mandíbula, cuello y hombro con besos húmedos, al tiempo en que llevaba tres dedos de su mano derecha a la boca del menor. Los cuales enseguida estuvieron chorreantes de saliva.

Bajando sus besos y chupeteos llegó a uno de los pequeños y rosados pezones de Jaemin, se sentía extraño porque era un hombre y no una mujer de grandes senos, pero aun así su pene parecía reaccionar de maravilla. Llevo sus dedos lubricados con saliva a la pequeña entrada del rubio adentrando sin más el primero.

Un sonoro gemido escapó de la boca del menor, había dolido un poco, pero fue acostumbrándose a él, relajando su cuerpo para recibir el segundo dedo de Jeno, quien empezó a hacer movimientos de tijeras para dilatar más rápido su ano. Al tercer dedo, Jaemin se retorcía del placer soltando maldiciones por lo bien que le sentía.

El pelinegro retiró sus dígitos, recibiendo una queja por parte del rubio, buscó un condón y un envase de lubricante en su mesa de luz. Se lo colocó y esparció abundante líquido por su pene ya envuelto.

Volvió a su posición y guío su miembro a la entrada deliciosa de su amigo, sólo apoyó la cabeza hinchada y brillante en la abertura y tomó ambas manos del menor sujetándolas sobre su cabeza.

— ¡Mírame! — Demando haciendo presión con su pene.

Cuando la temblorosa mirada del más pequeño y la suya se encontraron se hundió en ese acogedor y caliente interior de una sola estocada, dejando sin voz y sin aire a Jaemin mientras que de sus ojos se escapaban un par de lágrimas.

El mayor con una sonrisa se inclinó para susurrar entre pequeños besos un "Tú puedes con eso pequeña". Que Jaemin prefirió ignorar, tragándose el nudo que se formó en su estómago y las ganas de llorar que repentinamente nacieron.

Los movimientos empezaron siendo suaves acompañado de caricias y cortos besos. —Por fin te tengo entre mis brazos, preciosa. — Su mente no era capaz de reaccionar, estaba cegado por la necesidad de obtener todo ignorando el pene erecto, que pedía atención, entre sus cuerpos. — No te dejaré marchar de nuevo. Ahora eres mía.— Las estocadas fueron subiendo el ritmo creando un vaivén exquisito. — Gime más para mí, mi amor.

Involuntariamente los gemidos escapaban de entre los labios del rubio, aunque quisiera golpear a Jeno por pensar en una mujer que seguía siendo el mismo, pero no dejaba de ser molesto. La sensación de plenitud no abandonaba su cuerpo.

— Hueles tan bien... podría volverme adicto a ti. — Siguió moviéndose en un ritmo constante por un tiempo más hasta que sintió que estaba a punto de terminar.

Entonces fue más rápido, dando en el punto dulce de Jaemin en cada estocada, haciendo perder el sentido, gimiendo aún más fuerte de lo que era posible, arqueando su espalda mientras enterraba su cabeza en la almohada y apretando sus manos con mucha fuerza, sintiendo como su interior se apretaba más y más casi quemándolo. Llevándolo al clímax máximo. Terminando juntos.

Jeno se sintió muy pesado, el orgasmo que había tenido había sido descomunal. Se acostó al lado de Jaemin respirando pesadamente con una sonrisa boba en los labios. Mientras Jaemin sentía su vientre empapado de sus propios fluidos, había sido increíble, se volvió a correr sin siquiera tocarse gracias al increíble don de Jeno de dar en su próstata en cada arremetida.

Sí, definitivamente eso tenía que ser un maldito don.

Esa linda chica... ➢ NoMin [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora