•· Capítulo 15 ·•

33 15 52
                                    

PROBLEMAS, DISCUSIONES Y CONFUSIONES

LA FIESTA, pt. I

KATIE ANDERSON

Corrí, salí disparatada como una cobarde. Como lo que era.

Salí lo más lejos posible del bullicio y me di cuenta que estaba sudando, pero era un sudor frío, algo seco. ¿Acaso me invadía un estado de pánico? Pues, mi cuerpo dice que sí.

¡¿Pero por qué?!

Porque besaste al chico misterioso frente a todo Belmont, descaradamente y sin pudor.

Mierda, mi madre no puede ver esto. Hasta donde sé el evento había sido transmitido por streemeng lo que conlleva que media ciudad vio el show que hicimos, porque no se trató de una obra, sino de un maldito show donde me dejé llevar por mis hormonas y no por pasar desapercibida.

Debía calmarme, cada vez que empiezo a atormentarme nunca termina bien.

Con el vestido algo arrugado por mis movimientos y la desesperación de que todos se olvidaran de mi presencia, noté que estaba donde Lucas me trajo para informarme de la “sorpresa”. Me senté bajo un gran árbol mientras mi respiración se normalizaba.

Dios, besé a alguien por primera vez.

Sí, muy estúpido a mis dieciséis años pero ¿Qué puedo hacer? Mi vida social se basa en verles las caras a los idiotas de mi salón exceptuando a circulo confidencial (Lin, Austin y Thomas. Y por supuesto el castaño).

La realidad es que, no me arrepiento. Fue especial, generando en mí el sentimiento de más. Quería seguir así con él de esa manera, pero no sin antes descubrir de qué se trataba lo que fuese que anduviera tramando.

Súper —note el sarcasmo—, la fiesta se haría hoy en la noche, Erick pasaría por mí y yo tenía un 0% de deseos de encarar a alguien luego del oso en el salón.

—Kaaaatieeeee —fruncí el ceño ante el canturreo—, ¡Has aparecido!

Jacob salió detrás de los arbustos como una ardilla en busca de comida y me miró con una sonrisa ladina.

—¡¿Qué te pasa?! ¿Me quieres matar del susto? —espeté tocando mi pecho palmando mis latidos nuevamente acelerados.

Maldición, me ponía nerviosa tan rápido que era agotador.

Alzó ambas manos en señal de rendición y se sentó a un lado.

—Vale, lo siento. ¿Puedes explicar qué acabas de hacer allí? —señaló con su dedo a las instalaciones del instituto.

—Sí, pero no ahora. Mientras, si me permites, moriré de vergüenza hasta que acabe el año escolar —bufé tapando mi cara con mis manos.

—Bueno, si lo dices así parece que acabas de arruinar la boda de la directora —chistó.

—¿Amy se casó? —quise saber.

—No boba, solo estoy siendo sarcástico. ¿No sabes lo qué es? Mira, sar-cas-mooo.

—Sí, sí. Ya sé idiota. Cállate —arrugué la nariz, y él reía abiertamente de mí.

Uhm, quiere jugar ¿no? Pues al fin y al cabo, las reglas finalmente las pongo yo.

—Oye, tú no te salvas. Malvado ruidoso, ¿Cómo es eso de que “Lindsay sale contigo”? Conexión inesperada en ambos. ¿Qué se supone...

No logré finalizar mi serie de preguntas que caían en Jacob como mosca en caca, ya que Lucas se interpuso al frente de ambos.

Mi vida, mis reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora