Capítulo 40

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MARILÚ

Sábado 14
2:48 pm

Voy a morir esta noche, eso lo sé. Y aunque lo hubiese sabido antes, creo que no lo hubiera impedido.

Estoy demasiado cansada para seguir peleando, tratar de soltar estos amarres de mis muñecas y tobillos, fingir que ese maldito enfermo no acaba de envenenar mi alma y cuerpo, que no acaba de degradar mi vida y la de mi hermanita; la mía por horas, y la de ella por meses. Mi preciosa hermanita, mi angelito, no podía creer que tuviera tanta fuerza de voluntad para soportar los horrores de ese animal. Se ha aferrado a la mínima esperanza de algún día escapar de aquí, sólo así ha conseguido no perder la cordura.

Es más fuerte de lo que siempre aparentó.

El sudor y las lágrimas del vaivén de mis pesadillas y la vida real se entrelazan. Aún no podía con la idea, con la imagen de mi último recuerdo, de la razón por la que terminé aquí, en este desconocido lugar para mis ojos pero sí para mis peores temores.

«Pecado.»

La única palabra que mi madre nos enseñó a mi hermana y a mí desde pequeñas fue el significado de esa palabra.

—El mal anda suelto, ronda en las calles, es constante, camina con nosotros, sólo busca una razón para atraparte y arrastrarte con él a sus fines más deseados —nos dijo.

El pecado no es una tentación, es una opción. Sólo se vuelve una tentación cuando hay algo del otro lado que nos recibe con los brazos abiertos y llenos de confianza. Sólo se vuelve una amenaza cuando nos endulza la oreja. Sólo nos conectamos a ella cuando vemos el potencial de sus deseos. Cuando nos damos cuenta de que el Diablo comparte el mismo interés que nosotros, olvidamos el Espíritu Santo.

Debí haber escuchado a mi madre. Debí haber escuchado la voz de mi razón. No debí seguir con la búsqueda de mi hermana si eso me llevaría a la cornisa de mi propia muerte.

De haberme quedado a platicar con aquella chica religiosa en los baños, él no me hubiera seguido sola al estacionamiento y me hubiera secuestrado.

Ahora, esa muchachita de pelo largo castaño también estaba en problemas, en apuros sin que ella lo supiera o pudiera adivinarlo. Bueno, nadie, nunca espera que le pase algo como esto en algún momento de su vida, ni siquiera se lo imagina. Pero ese era el punto de su mente enfermiza, el propósito de este cuarto de juegos adornado con fotos de esa chica, que nadie se esperara su destino o caminos siniestros a base de instrumentos masoquistas que sirven para brindar placer a quien los utiliza, pero dolor a quien recibe sus descargas o vibrantes llamas.

Veo su rostro, el de esa chica, en dónde quiera que mi cabeza gire para buscar inútilmente una salida de este infierno; pero eso sólo confirma mis sospechas, que no existe ninguna salvo la que abre esta bestia cruel y sanguinaria, la puerta corrediza de metal por la que sólo él puede entrar y salir. Bueno, él y mi estúpida hermana que ha despertado su amor por ese monstruo. Pero, chicas como nosotras no saldremos nunca de aquí, no hasta que él se aburra de ti como ya me lo ha explicado cuando desperté.

—Marilú, hermanita —oigo la voz rota de mi hermana a lo lejos de mi muerte en vida—. Lo siento. Lamento mucho todo esto —solloza y responde con un hipo inconsolable de voz—. Yo tengo la culpa, es mi culpa, siempre ha sido mi culpa.

¿Se pueden querer a dos personas al mismo tiempo? [POLIAMOR #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora