❝ Lovecats ❞

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Girl.

El sol entraba por la ventana, brillante. Me quedé pensando en ello unos segundos, ¿después de tanta lluvia era un día soleado?, ¿cuánto había dormido?, juraba que pasaba de medio día.

Mis ojos se abrieron despacio, mirando mi habitación, mirando la figura oscura en la puerta.
Mi padre.
Estaba aquí. Estaba furioso. Podía escuchar su pesada respiración. Podía ver sus puños cerrados. Era el fin, iba a matarnos, sin duda.

Abrí los ojos de inmediato, respingando sobre la cama, con el corazón latiendo rápidamente, mirando la puerta al instante para asegurarme de que nadie estaba allí.

Había sido una pesadilla.

Suspiré, qué horrible sueño.

Me removí sobre la sábana, queriendo cubrirme un poco más, notando el brazo de Robert aferrado a mi cintura, su respiración golpeaba mi nuca y sus pequeños ronquidos, provocandome cosquillas.
Noté que mi cuerpo seguía desnudo, las velas derretidas y la luz tenue, seguramente aún era temprano, muy temprano.

Me giré despacio, queriendo hacer el menor ruido. Robert murmuró algo entre sueños, no pude entenderle pero me gustó la manera en la que sus mejillas le daban un aspecto adorable, casi infantil. Tenía unas largas pestañas y el pelo oscuro cayendole por la frente, respirando tranquilo.

Intenté dormir una vez más, deseando que el susto se fuera de una buena vez, y ese malestar en mi estómago. Un dolorcito de culpa. No por Robert, sino por romper todas las reglas. Y es que siempre hacía todo -casi- lo que mi padre decía, aunque no estuviese. Y ahora todo había cambiado. Pero me sentía bien, y de todas formas él no se daría cuenta. ¿Verdad? Él estaba lejos aún, en otra cuidad, y la odiosa Alice debió serle de bastante distracción.

Alice.

Ese tema aún me era molesto. Pero al menos aún tenía el día para hacer algo con Robert, tal vez andar en bicicleta, o recorrer los campos.

Moví mis piernas para acomodarme mejor, dándome cuenta del dolor en ellas, era como si cada músculo estuviera entumecido. Me quejé despacio. Ahora mismo la idea de quedarse todo el día en cama sonaba más reconfortante.

Miré a Robert una vez más, nada había cambiado. Intenté cerrar los ojos sólo para abrirlos a los escasos minutos, bien, el sueño había desaparecido. Debía distraerme con otra cosa, aveces contar hasta agotarme servía, pero no ahora, no, mi mente no pensaba en nada en absoluto, solo en el frío que se colaba por la ventana.

Quería cubrirme los hombros, pero Robert tenía la mayor parte de mi sábana. Intenté jalarla un poco, provocando que se quejara aún dormido, me quedé quieta. Era mala idea.

Miré el techo teniendo un pequeño escalofrío que me recorrió la espalda. Por fin el clima que tanto me gustaba, pero no me era reconfortante sin estar bien abrigada, sentía frío en todas partes.

Me lo pensé un momento, mirando la pálida piel de Robert, mirando su cuello y los pequeños vellos en su pecho. Me pregunté de repente si lo de ayer le había parecido agradable. Porque a mí si, pero admitirlo estaba provocando calor en mis mejillas.

No lo pienses, no lo pienses.

Y de nuevo, recuerdos. Estaba tan roja como un tomate y no podía ocultar la sonrisa en mis labios, intentando reprimir una pequeña risa. Me llevé la mano a la boca.

"¿De qué ríes?" la voz ronca y adormilada de Robert me hizo sobresaltarme de nuevo. Lo había despertado. Lo miré frotarse los ojos.

"Lo siento, te desperté"

Just Like Heaven | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora