||Capítulo 5||

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Koko e Inui ya se encontraban en el departamento del último.

El rubio mandó al azabache que se sentará en su cama mientras él iba preparando las vendas. El menor no protestó y se sentó en la cama recostado en el cabecero de esta.

Cuando Inui ya tenía las vendas listas y también el desinfectante. Se acercó donde estaba Koko y se sentó a su lado.

-¡Escuece! -se quejaba el herido mientras el de cicatriz le ponía el líquido del bote- ¡Inupi, para!

-Koko, para tú. Te tengo que curar -se defendió el nombrado intentando seguir curando a su amigo.

Cuando ya tenía el líquido puesto en el bulto, el rubio sacó una venda y se la puso al azabache. Pero notó que aún le quedaban rasguños por la cara.

Se dirigió a la bolsa de la farmacia, cogió la caja sin letras y se la tiró a Koko que aún estaba recostado en la cama.

-En esa caja hay tiritas. Ponte alguna por los rasguños de tu cara -aconsejó Inui- Yo haré algo de comer.

El azabache respondió con un "Vale", pero con su típica sonrisa pícara.

Abrió la caja de tiritas y sacó su contenido. Sólo venían dos pequeñas bolsas, con algo en su interior.

Koko no pudo reprimir un fuerte sonrojo.

-I-inupi... -dijo el menor con el sonrojo aún en su rostro.

-¿Que pasa? -se volteo el de la cicatriz.

-Creo que ya se porque la de la farmacia te miró mal... -el rubio no entendía nada- Esto-to no son ti-tiritas... -tartamudeó el pelinegro más avergonzado y sonrojado que nunca- Son con-condones... -musitó.

Inui al oír aquello abrió los ojos. "¡¿Cómo que condones?!" pensó en su cabeza y corrió hacia su amigo quitándole el objeto de la mano.

Si. Si eran aquello. Inui se sentía muy avergonzado.

-¡Ko-ko, yo... No-no es lo que pa-parece! -intentó explicarse el mayor.

El azabache tragó saliva.

-Olvidemos esto, ¿te parece? -dijo sin mirar al rubio.

"La he cagado. Definitivamente que si" pensaba Inui.

El mayor se dirigió a un cajón para guardar las supuestas tiritas que había comprado y no verlas mas.

-¿Es-está la comida? -preguntó Koko sentado en el borde de la cama para cortar aquel momento incómodo.

-Si... -afirmó Inui.

El de cicatriz puso la comida encima de una bandeja, la dejó en el suelo en frente del azabache y él se sentó también delante del pelinegro.

-Son dangos... ¿Te gustan, verdad? -preguntó Inui para romper el hielo entre ellos.

-Si los has hecho tú, claro que me gustan -cogió uno Koko con una sonrisa aún un poco sonrojado.

Inui se puso recto ante aquella respuesta y sonrió.

Empezaron a comer hasta acabarse todo lo del plato. Koko al acabar no puedo soltar una risa.

-¿Qué pasa? -preguntó el rubio dudoso.

-No me puedo creer que no hayas podido distinguir una caja de tiritas con una de condones -se echó para atrás de la cama, quedando tumbado en ella.

-¡No volvamos a ha-hablar del tema! -dijo Inui tirándole un cojín que estaba cerca de él hacia Koko.

-¡Estabas todo rojo! -siguió el azabache.

Un Amor Inevitable [Koko×Inui]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora