capítulo 19.

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Al irse los oficiales, Ochako rápidamente se cambió y les aviso a las tres mujeres que saldrían

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Al irse los oficiales, Ochako rápidamente se cambió y les aviso a las tres mujeres que saldrían.

Ahora estaban a las fuera de la ciudad, en una fábrica abandonada, Tsuyu y Toru detrás de la castaña, quien estaba sentada frente a una bolsa de boxeo.

Al otro lado de la habitación estaban Dabi, Toga y Shigaraki.

-está despierto?- el pelinegro desganado asintió -bien.- se levantó y agarró un bate con clavos.

Los gritos y súplicas de dolor por parte del hombre dentro de la bolsa no faltaron, cuando la castaña supuso que estaba lo suficientemente golpeado le bajó la cremallera, por ahí salió la cabeza ensangrentada de Iida.

-ya causastes muchos problemas, lo sabes?- el hombre apenas la podía ver -dime Tenya, que hueles ahí dentro?- el se tardó un poco en responder.

-s-sangre y algo m-más- Ochako sonrió inocentemente.

-que tanto anhelas la muerte?- nuevamente no respondió.

Ochako se alejó de la bolsa para luego ver a Dabi.

-te gustaría hacer los honores Dabi?- el hombre sonrió y se acercó.

Debajo de la bolsa de boxeo había todo un círculo de gasolina y el hombre dentro de ella estaba bañado en gasolina, por lo que solo bastaron segundos y un encendedor para comenzar a escuchar los gritos del de lentes.

Ochako sonrió maravillada al verlo prenderse fuego, Toru y Tsuyu no tenían expresión en sus rostros. Toga protestaba por no haberlo podido torturar más, Dabi y Shigaraki veían con una sonrisa.

Sin decir mucho más, Ochako se dió la vuelta en dirección al auto.

-les recomiendo que en las próximas horas se vayan, por la noche vendrá la policía y dudo que está vez sea para hablar- dicho eso se fue.

En el auto ningúna dijo nada, Ochako iba con una cara sería pero le había dado un poco de pena el hombre, aunque se convencía de que se lo había buscado solo, él sabía dónde se metía y que iba a terminar mal.

Fueron hasta la casa del mayor Uraraka, él ya la estaba esperando, antes de ir con Iida lo había llamado urgentemente.

Sin decirse nada, fueron hasta el despacho del hombre.

-y bien?- él se sentó en su silla detrás de su escritorio, la menor se sentó por delante.

-esta muerto.- Daichi sonrió y se levantó a servir dos vasos de whisky.

-al fin haces algo bien, hay que celebrarlo- la castaña no respondió hasta que se acercó a ella.

-hay otra cosa que descubrí anoche...- tenía el vaso de whisky a milímetros de su boca, pero lo alejó para escuchar lo que su hija tenía para decir -hay más personas involucradas que las que ya te comenté-

-crees que infiltraran a alguien?- ella negó.

-no infiltraron a nadie, tomaron a alguien desde adentro para traicionarnos- él lo pensó por un momento.

-dime tu teoría- ella asintió y tomo de un trago todo el whisky.

-no pueden hacer que nadie se nos acerque por obvias razones, pero, si pueden convencer a alguien de dentro a qué vaya en nuestra contra- la miraba con el ceño fruncido.

-como crees que lo conseguirían?- ella se encogió de hombros.

-no lo sé, lo común sería por dinero o intereses personales, pero en cuanto se den cuenta que sabemos atacarán, debemos hacernos los tontos- el mayor asintió.

-tienes alguna idea de quién pueda ser?- la menor levantó una ceja.

-tengo algunas ideas, por ahora no tengo nada confirmado, tú con precaución- dicho eso se levantó y se fue.

-saliste igual que te madre muchacha...- el mayor sonrió antes de levantarse a tomar más whisky.

La castaña fue directamente a subirse a su auto particular, no sin antes avisarle a sus amigas que saldrá sola y darles su ubicación en tiempo real.

Partió rumbo a aquella pequeña tienda de vinilos que tanto le gustaba. Al llegar se bajó y entró rápidamente.

-vayan, miren que trajo el viento, señorita me pongo nombres falsos- Ochako se rió y fue a saludar al hombre.

-hola Gran Torino- el mayor rió, él le había comentado que así lo llamaban en su juventud y ella le llamó así desde entonces.

-ya que estás aquí, quieres ayudarme a organizar unos discos?- la castaña asintió y comenzó a ayudarlo.

Habían puesto música, él hombre bromeaba con ella cada tanto y le explicaba que debía hacer. Estuvieron así alrededor de dos horas hasta que la campanilla de la puerta sonó.

-donde mierda está el servicio?- la castaña gruño al escuchar esa voz, el mayor estaba por salir a protestar por los modales antes que ella lo frenará.

-yo voy, usted siga aquí- el hombre desvío su atención al mal humorado rubio en la entrada y asintió. La castaña fue hasta él, se paró por delante y lo miró con una ceja levantada -no se supone que estás trabajando?-

-eres una maldita estúpida peste, dónde está el servicio?- ella suspiró.

-trabajo aquí, sorprendentemente para tí- él la miró detenidamente.

-mientes.- ella sonrió.

-exacto, pero eso no quita que ayude al dueño aún sin paga. Que necesita señor Bakugo?- ella sonreía inocentemente mientras lo veía gruñir, él odiaba que le digan señor.

-música clásica, es para el viejo- la castaña asintió antes de ir a buscar eso, el rubio la siguió.

-Mozart? Beethoven? Bach? Vivaldi?...- no se había dado cuenta de cuánto se había pegado a ella hasta que quiso girar y su cara estaba a centimientos de la suya.

-no conozco a ninguno. Me llevo todo, está noche voy a tú estúpido departamento a escuchar- él ignoró el poco distanciamiento entre ambos, solo había girado la cabeza para verla directamente.

Sus caras estaban a centímetros nuevamente, ninguno entendía la necesidad que tenían de bajar la vista hasta los labios del contrario, sin embargo no lo hicieron.

-entonces te los empacó...- ella susurró, el aroma a fresas llegó a los sentidos del contrario. Internamente se preguntó si ella sabría a fresas.

Tomando el control de su cuerpo Ochako caminó hasta la caja registradora sintiendo la pesada mirada en su espalda.

-son quince mil yenes- el rubio fue hasta ella y le dió su tarjeta de crédito.

Momentos después él se fue y ella quedó viendo la puerta cuestionando su actuar internamente.

-vaya... has juntado más tensión sexual con ese que yo con mi ex esposa en todo el matrimonio- Ochako no respondió.

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