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Está parpadeando la luz del descansillo, cuanto más quiero levantarme, el pesar de mis piernas enredadas alrededor de las sábanas y el roze contra mi cuerpo me excitaba más. Un sueño de fiebre, entre la seda y los brazos de Park Jimin, cuando lo impuro era bendecido.

"En el último momento, dime mi nombre a la cara" Fue uno de los mandamientos, cuando estaba cerca de venirse. Jimin gimió mi nombre, cuando toda su esencia ya estaba dentro de mí.

Rezobaban los pasteles contra nuestros cuerpos, el manjar más grande de esta tierra, el complemento perfecto.

Para cuando abrí los ojos, el sol del mediodía llegaba contra mi cuerpo desnudo. El calor de la habitación me había hecho coger a Jimin nuevamente, en mis sueños.

Cuando lo conocí, supe que todo iba a estar bien.

Ese día, cuando mi padrastro me presentó a mi nuevo hermanastro, el calor subió desde allá abajo, hasta mi cara.

"Tus mejillas están rojas ¿Tienes fiebre?" me miró, con esos ojos, lujuriosos. Despejó el cabello de mi cara.

"Estoy bien." No lo estaba, apretaba mis piernas débiles, a penas podía mantenerme en pie. Estaba chorreando.

Yo tenía 12 y él 17. Comencé a alejarme lentamente de él desde hace unos años, pero dentro de mí, mi vagina latía sólo con pensar en esos ojos.

«Quien diría que hoy sería nuestro reencuentro» pensé. Comencé a vestirme, dejando mis calzones en casa para facilitarle el trabajo.

Caminé hasta la cafetería. Nuestro padrastro había muerto y los trámites debían ser hechos por sus dos herederos,  él y yo. Mientras más avanzaba me sentía como aquella niña de 12 años, cohibida por la presencia tan dominante.

 ︌︌  ︌︌  ︌︌  ︌︌  ︌︌︌︌  ︌︌  ︌︌  ︌︌  ︌︌︌︌  ︌︌  ︌︌  ︌︌  ︌︌︌︌  ︌︌  ︌︌  ︌︌  ︌«...»

Ahí es cuando lo vi. Mi corazón latía fuerte y mis piernas se flexionadas nuevamente. Me sentía débil frente a su presencia, solo quería chuparsela una vez más.