único~

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pov. Su


       Olvídala.


       Otro lunes, otro comienzo de semana. Un día gris, y no solo lo decía por el cielo nublado. Estaba despierta desde hace horas, apenas había podido dormir en toda la noche debido a esos pensamientos que no me dejaban en paz, estuve tanto tiempo perdida en mi cabeza que no noté la llegada del amanecer.


       Recuerda.


       La ciudad estaba cubierta por neblina. Mi ventana estaba empañada por el rocío, unas pequeñas gotas se deslizaron por el cristal, una lágrima se deslizó por mi mejilla. La quité rápidamente.


       ¿Duele?


       Me detuve en la entrada del colegio, todavía podía escapar. Escapar a cualquier lugar donde los recuerdos sean menos dolorosos, donde no corra el riesgo de verte. Te odio.


       No.


       Los pasillos se sentían infinitamente largos cuando caminaba, nadie me notó, pero se sintió como si todas las miradas estuvieran sobre mí. Entonces te vi, tan malditamente hermosa como siempre, tan sonriente como para opacar al jodido mundo. Los demás no existen, sólo tú y yo por un instante..... pero la fantasía se cortó cuando él te rodeó con su brazo ¿Por qué, Moa? ¿Por qué?

       Los ojos me pican, maldita sea, ¿cómo puedes permitirlo? Sujeté las correas de mi mochila con fuerza hasta que mis nudillos se pusieron blancos para no ir a empujarlo. Pasé por un lado, pero no me notaste, o tal vez lo fingiste, siendo la buena actriz que eres es difícil saber.


       Es duro.


       — Nakamoto, de pie.

       Obedecí rápidamente al profesor — Lo siento, sensei, yo-

       — Si mi clase no es lo suficiente interesante para usted tal vez no debería estar aquí.

       — Lo siento, sensei. Lo siento — Repetí una y otra vez haciendo reverencias.


       Lo siento.


       No estábamos hechas una para la otra. Intentar forzar algo destinado al fracaso fue estúpido, ambas fuimos estúpidas. No, sólo lo fui yo por querer obligarte a ser algo que no eres.

       No eres como yo, lo has demostrado bastante bien estos últimos meses. Mientras que yo parezco un desastre con patas, tú te notas más feliz de lo que alguna vez te vi cuando.....

       — ¿Suzuka? — Levanté rápidamente la vista de mi rastro en la nieve al escucharte — ¿Qué haces acá?

       Inconscientemente sonreí, tonta yo. Es que la escena podría tratarse de una de esas tantas veces que nos encontrábamos en ese mirador. Pero eso fue en la primavera, no cuando llevábamos gorros tejidos, guantes o abrigos. La verdadera pregunta sería qué hacías tú allí, ¿por qué estar allí cuando podías estar jugando a las caricias con el idiota ese?

mágoa. sumoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora