El llanto ensordecedor que alteraba los sentidos de los habitantes de los recesos de las nubes cesó, pero lejos de calmar los nervios de los discípulos solo logro que estos se conglomerarán alrededor de las habitaciones de la enfermería.
El pequeño infante que se encontraba en los brazos de la matrona respiraba pesadamente, el poco aliento que lograba inhalar no era suficiente para oxigenar su cerebro, sumiéndolo por pequeños periodos en la inconsciencia.
Estaba muriendo sin que los presentes pudieran hacer algo para evitarlo.
En medio del ajetreo y la pesadez, el primer Jade de Gusu Lan se dirigió apresurado hacia el lugar donde se encontraba su hermano, las reglas poco importaban cuando la única razón de que WangJi siguiera con vida se encontraba en peligro.
Las condiciones en las que se encontraba el niño cuando llegó a los recesos de las nubes eran deplorables, su condición era precaria, pero con una buena alimentación, cuidados y medicina pensaron que se podría recuperar su salud.
De haber sido otro, el niño hubiera sido dejado al cuidado de una de las familias prominentes de alguna ciudad en Gusu, pero WangJi insistió en que quería que permaneciera bajo el resguardo de los recesos de las nubes .
Lan XiChen adorándolo como lo hacia fue incapaz de negar algo en estos momentos a su hermano, aceptó.
Pero lejos de que la salud del niño mejorara bajo los cuidados de los curanderos, solo empeoró. No se tenía que pensar mucho para llegar a la conclusión de que el niño quedó huérfano tras la guerra, ser separados de sus padres le estaba provocando una inestabilidad, haciéndolo liberar feromonas sin control llamando a sus padres.
En los recesos de las nubes no se encontraban omegas, por lo general estos no pasaban las pruebas para entrar a la secta, por lo que bajaron a la ciudad más cercana en búsqueda de una comadrona omega, pero incluso con la presencia de esta, no mejoraba, sus feromonas no eran compatibles y el niño la rechazaba.
Sin poder hacer nada el niño estaba muriendo y XiChen no le quería fallar nuevamente a su hermano pero poco podía hacer para ayudar.
Para cuando interrumpo la meditación de WangJi y le explico la situación este salió corriendo.
Las puertas de la enfermería fueron azotadas, las feromonas de violencia invadieron el resinto haciendo notar la presencia del alfa, la comadrona presa del pánico, se levantó lentamente temerosa de que un movimiento repentino de su parte fuera a alterar mas al joven y recibir su ataque, entregó el niño y se alejo a una distancia considerable del joven alfa.
Las feromonas intimidantes de WangJi alteraron al niño incluso en la inconsciencia, este las retrajo hasta que apenas podían percibirlos aquellos cultivadores que tenían un núcleo dorado fuerte.
El pequeño Yuan se encontraba rojo del llanto, su furia descendió abriendo el camino a la preocupación, ¿desde cuando estaba así? ¿Por qué no lo habían notificado? se preguntaba mientras se dirigía al jingshi seguido por su tío y hermano.
Se detuvo en la entrada de su casa, alarmando a los presentes. El mensaje era claro, no quería que lo siguieran.
—WangJi, permítenos estar a tu lado— la voz del líder se encontraba llena de pesar. Conocía la inestabilidad emocional en la que se encontraba su hermano, y le aterraba lo que este podría hacer si le dejaban solo.
—Innecesario.
—Pero...— una palmada en su hombro lo detuvo.
—Estaremos aquí cuando nos necesites.
Con un asentimiento se dirigió al interior del jingshi y cerró las puertas. Se quitó las túnicas exteriores y se recostó con Yuan, sosteniéndolo contra su pecho, contemplándolo por largas horas.