decimonovena noche

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Apilo la última de las cajas en otro montón que se encontraba recargado en una pared, veo como Ilan sube con otro de los chicos de la mudanza uno de los sillones que habíamos comprado apenas hace unos días.

El castaño me sonríe agotado y toma un breve descanso antes de bajar nuevamente las escaleras detrás del más alto para subir el resto de los muebles.

Como puedo comienzo a organizar mi habitación, moviendo cajas y distrayéndome de vez en cuando con cuadernos viejos, dibujos o cantando.

Entre uno de los folders que muevo, un sobre algo desgastado cae al suelo y lo recojo de inmediato, lo abro con curiosidad y de inmediato mi corazón comienza a latir con intensidad.

Se trataba de la carta, de aquella carta que Diego había dejado para mi, aquella carta que me había rehusado a leer por miedo a lo que fuera a causar en mí, pero después de reflexionarlo unos segundos me decido por hacerlo.

"Mi hermosa niña

Había pensado en muchas formas en las que podría comenzar esta carta, podría decirte sencillamente que esto lo he planeado desde hace tiempo, pero en realidad lo hago un día antes de que me vaya.

Así que iré por el principio.

Aun recuerdo la primera noche en que ambos dormimos juntos, como al momento de despertarme pude ver lo tranquilo y sereno que era estar finalmente acompañado, ya que podrá sorprenderte pero en ese momento yo estaba sufriendo de constante insomnio e incluso extendía mis directos hasta las 6 de la mañana porque prefería estar jugando a tener que lidiar con todo lo que pasaba por mi mente.

Me gustaría decirte que aquel día en que te tuve entre mis brazos por primera vez fue como si finalmente me dieran una verdadera razón para poder descansar. Tu presencia me da paz, calma y mucha felicidad, pero honestamente no sé cómo darte lo mismo porque estoy seguro que no es ni la mitad de lo que te mereces.

Adoro cada pequeña parte de ti, desde cómo mueves tus caderas de un lado a otro mientras cocinas, cómo cubres tu boca al momento de reír con una de tus manos porque no te gusta que la gente mire tus dientes, las muchas veces en las que te muerdes el labio cuando estás concentrada al leer algo relacionado con tu tarea, como tardas más de 5 minutos en escoger un simple sabor de papas porque todas te gustan pero la que elijas siempre depende del humor en el que estés. Me enamore completamente de ti, e incluso cuando me contaste acerca de tu hermano no pude evitar sentirme culpable al no haberte conocido en ese momento para que no tuvieras que pasar por eso sola, así que me esforcé al cien para que te dieras cuenta de lo mucho que me importa tu salud mental.

Y es por eso que prefiero alejarme de ti, para que ambos tengamos la madurez suficiente para conocernos de nuevo y amarnos de nuevo, porque nada me haría más feliz que tener otra oportunidad para enamorarme de ti, para conocer más cosas y aun así no perder ni por un segundo el interés.

Seguramente cuando todo esto termine te preguntarás cómo pude alejarme de ti si todo iba bien, que hiciste mal para que yo decidiera mudarme; pero todas esas preguntas, para este momento debieron haber sido resueltas.

Te pido perdón por todo el daño que te cause, por todas las noches que vas a llorar por mí y por lo poco que pude ofrecerte durante nuestra relación. Espero que puedas perdonarme y permitirme ser parte de tu vida.

A dónde quiera que vayas o el tiempo en que ambos creamos que es momento de vernos, quiero que sepas que yo estoy completa, y perdidamente enamorado de ti. Así pase un año o diez, seguiré esperando por besar tus labios y estrecharte entre mis brazos.

Con amor, Diego."

Para este punto el llanto era incontrolable, los pequeños suspiros que dejaba escapar con tal de conseguir algo de aire y continuar sacando todo lo que aquella carta me había provocado en tan solo unos minutos.

Miro hacia la puerta, donde me encuentro con aquella mirada avellana que tanto ansíe ver todos estos meses, él parece tener el mismo sentimiento que yo, pero aún así permanece quieto en su lugar.

Ninguno dice una palabra alguna, simplemente nos quedamos mirando fijamente a los ojos, como si de esa forma nos dijéramos todo sin la necesidad de hablar.

Después de unos minutos, se acerca a mí y limpia mis lágrimas. Ambos sonreímos ante el contacto cercano.

— Hola, me llamo Diego, es un gusto conocerte.

Extiende su mano y en su rostro adorna una sonrisa, una sonrisa que perfectamente podía iluminar toda una ciudad, una sonrisa que me había iluminado en aquel momento donde más oscuridad sentía.

La estrechó con la misma expresión de felicidad.

— Es un placer conocerte Diego.

...

lux.

lights on; barcagamer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora