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La juventud es algo tan maravilloso, algo qué sólo puedes vivir por un corto período. Si no la aprovechas lo más probablemente es qué más adelante te arrepientas.
Eso mismo es lo qué estaban haciendo estos dos adolescentes, disfrutar. Un lindo atardecer, al lado de un río, con la brisa revolviendo sus cabellos, y el envase de fideos vaciandose poco a poco; eso era el significado de esa palabra para ambos. Tal vez más para uno que para el otro.
Y es que, Keisuke era más del tipo de salir de noche a hacer cosas ilegales con sus amigos, meterse en problemas y luego salir de ellos de manera épica, para luego sólo sentirse orgulloso de su hazaña, aunque luego esto le pudiera traer consecuencias.
Pero, para Chifuyu, ese tipo de cosas no se comparaban ni un poco a momentos como estos. A él lo llenaba otra clase de adrenalinas, y es qué, ¿Qué cosa puede acelerar más el corazón de una persona que estar a pocos centímetros del rostro de la persona que más te gustaba? Según Matsuno, ni incendiando 50 autos a la vez podía sentir tantas sensaciones juntas. Y a pesar de lo que se puede pensar, eso llegaba a ser todo menos incómodo para el rubio, era uno de sus cosas preferidas.
Aún teniendo tan gran diferencia de pasatiempos favoritos, eso no cambiaba qué para ambos estar con el otro era sumamente satisfactorio. Y podrían estar así durante horas.
Ambos sólo deseaban una cosa: Tener más momentos así.
Es verdad que la vida cambia, el tiempo pasa, y lo que a veces puede ser una simple rutina, termina siendo nada más que lindos recuerdos. Pero aún así, ellos se iban a esforzar en qué estas costumbres nunca se fueran.
Bueno, al menos, eso por parte de Chifuyu.
A pesar de tener sus aspiraciones y sueños, lo más que deseaba era vivir la vida como lo estaba haciendo ahora, con la persona que más quería haciendo las cosas que más adoraba. Pero muy dentro de sí, sabía que si Baji no tenía la misma meta, de nada serviría gastar tiempo.
Chifuyu no sabe cuántas veces habrán hablado sobe su futuro, y las cosas que aspiran en él. Sabía el mayor sueño de Keisuke: tener su propia tienda de mascotas. Y esperaba con ansías poder verlo como lo cumplía. Porque sí, Chifuyu deseaba estar al lado de su capitán mucho pero mucho tiempo más. En sus planes no se encontraba separarse de su lado, ni aunque un huracán llegara y lo llevara al otro lado del mundo, él regresaría al lado del pelinegro. Nada evitaría que estuviera junto a él.
O bueno, sí, una cosa, y esa "cosa" venía con nombre y apellido: Baji Keisuke.
Si él le pidiera que se fuera, lo haría sin renegar. Aunque aún así seguiría cuidándole la espalda desde lejos.
