—Aquí tienes—dijo Nathan a Cole mientras le pasaba un churro.
—No—replicó Cole tratando de evitar el olor empalagoso.
—Cómetelo, a ver si se te quita esa cara toda agria—empezó a insistir Nathan, acercando aún más su mano con el churro.
—Aleja eso de mí o te muerdo—vociferó Cole asesinando a su amigo con los ojos.
—Bueno, ya paro—desistió Nathan finalmente. Cole ya lo había hecho antes y no había sido precisamente divertido.
Las hojas secas de los árboles se mezclaban con el confeti en el suelo, sobre algunas mesas y sobre el cabello de Cole, quien se sacudía cada dos por tres, fastidiado.
Llevaban media hora caminando entre la gente. Los puestos que ofrecían distintas cosas, la música estridente y gritos por todas partes agobiaban los sentidos de Cole haciendo que se sintiera irritado. Todo lo que quería era largarse de ahí.
—¿Entonces?—alcanzó a oír Cole entre el ruido. Nathan le estaba hablando.
—¿Entonces qué?—preguntó al no saber a qué se refería.
—¿Resolviste el pleito con tu querida esposita?—indagó Nathan refiriéndose Denim y su mafia.
Cole puso los ojos en blanco.
—Algo así—dijo en respuesta.
Repentinamente un brazo rodeó el torso de Cole. Era Carla.
—¿Se divierten chicos?—preguntó con su típica voz chillona—Cole, hijo ¿tienes un segundo?—dijo mientras lo arrastraba de la manga de la camisa. Distinguió a Samuel entre la multitud luego de caminar un par de minutos junto a su madre.
Una vez más, esos ojillos tímidos hicieron lo suyo en la cabeza de Cole.
—Y su primer día es justo en el festival de otoño ¿no es una gran coincidencia?—expresó Carla mirándo directo a los ojos de su hijo, que en realidad no le estaba prestando atención para nada.
—Eh...—articuló Cole cuando comprendió lo que pretendía su madre pero fue interrupido al instante.
—¡Pasenla bien! ¡nos vemos!—se despidió ella prácticamente corriendo hacia la puerta principal.
—Perdón...—salió de los sonrosados labios de Samuel—ella insistió y...
—Ya, da igual—lo cortó—vamos a buscar un refresco.
Samuel era bastante torpe. Tropezaba con todo y todos, cosa que le hizo gracia a Cole al principio. Pero luego de un rato le causo algo de pena y decidió hacerlo caminar delante suyo.
¿Pena?
Se entretuvo con la vista de Samuel caminando frente a él. Era tan bajito y delgado, su cabello esponjoso y el cuello rojo porque estaba avergonzado. Lindo, pensó.
¡¿Lindo?!
—¿Churro?—escuchó Cole. Era Nathan ofreciéndole un churro a Samuel. En realidad lo tenía bastante harto con los churros.
—¿A qué hora dices que termina esto?—le preguntó a Nathan, quién lo miró contrariado.
—¿Acabamos de llegar y ya te quieres ir? bueno, es típico de ti.
Cole se encogió de hombros.
—Ay, vamos ¿no puedes al menos intentar pasarla bien?—lloriqueó Nathan.
—Tu definición de "divertido" es bastante distinta a la mía—explicó Cole con un tono tranquilo.
—Ajá...—respondió Nathan sabiendo bien a qué se refería su amigo
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WRATH
Non-Fiction-En mi zapato hay dos dagas, si ninguna te alcanza, sobrevivirás, pero si lo hace, esta noche contemplarás el fin del mundo...conmigo-