Cap. 8: Sufrimiento

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Narra Rubén.

Lunes, 18 de octubre.

Hoy era un nuevo día, una nueva semana, otro día de sufrimiento. Pero hoy iría al instituto, hoy iría al entrenamiento, hoy todo volvería a la normalidad. Me vestí y salí hacia el instituto. Cuando estaba a punto de llegar, oí a alguien a alguien gritar y pedir ayuda. Corrí hacia el sitio de donde provenían los gritos y me llevé una gran sorpresa. Esto ya había pasado.

Vi a los tres chicos de los Falcons pegando a Alex. En otro momento hubiese corrido a ayudar, pero ahora... Ahora todo era distinto. Me paré a observar, pensando si ayudar o no. Te odio. Aquello se repetía en mi cabeza una y otra vez. Hubo un momento en el que Alex me miró, parecía desesperado. No. No iba a ayudarlo. Él me odiaba, ¿no? Pues allá el. Apreté los párpados y sacudí la cabeza para despejar mi mente y me fui, dejándolo ahí mientras le golpeaban.

Entré al instituto y Guillermo y Samuel me cubrieron de preguntas pero no contesté. Mantenía la mirada fija en la entrada, donde se encontraba Alejandro, lleno de heridas, sangrando y sin apenas fuerzas. Nuestras miradas se cruzaron y la suya era una llena de tristeza, decepción y dolor. Willy y Vegetta me sacaron de esa burbuja en la que sólo yo podía entrar y perderme en mis pensamientos.

Pasaron las clases; hora de entrenar, por fin. De camino al campo de fútbol me preguntaba si Alex estaría mejor y vendría también al campo. Espera, tenía que dejar de pensar en Alex. Tenía que concentrarme en los estudios y en el entrenamiento. Nada más. Él me odiaba, ¿por qué no podía dejar de pensar en él?

"Y es que a veces estamos tensos, nerviosos, decepcionados, deprimidos... Decimos cosas que en realidad no pensamos ni queremos decir. Entonces herimos a la otra persona, aún queriéndola con toda el alma. Luego a esa persona se le forma una brecha en el corazón que puede ir creciendo con el tiempo y nos pasamos toda la vida llorando y lamentándonos en vez de abrir los ojos y darnos cuenta de que en realidad ese 'alguien' al que amamos nos intenta corresponder pero nos damos cuenta demasiado tarde. Y es que el amor nos vuelve ciegos; lo que es demasiado evidente para lo demás, para nosotros es muy difícil de entender y cuando por fin lo comprendemos, el miedo nos detiene. En ocasiones ya es muy tarde y el tiempo no perdona."

Ahí estaba él, sentado en el banquillo hablando con el entrenador. En ocasiones reía, y yo imaginaba esa risa tan escandalosa, tan contagiosa, tan única, tan perfecta. Será muy cliché, pero era la pura verdad. Me acordé de la típica película en la que el protagonista se quedaba mirando al que amaba en vez de ir y hablar con él o ella. Al final lo terminaba perdiendo y yo pensaba que era simplemente estúpido, que no era tan difícil; yo era el que me encontraba así ahora, mirándolo de lejos sin atreverme a hablar para arreglar las cosas.

"Cuando vemos a los demás actuando de forma estúpida nos reímos de ellos; cuando nos pasa a nosotros, en vez de seguir nuestro consejo, actuamos de la misma tonta manera."

Llegué a casa después del entrenamiento; habría partido en un mes y medio. Lancé mi mochila hacia algún rincón de mi habitación y me tumbé en mi cama boca arriba. Sumido en mis pensamientos, me dormí.

"Muchas veces intentamos huir, aunque sabemos que es imposible, que no se puede cambiar nuestro destino, porque las cosas ocurren por algún motivo, sea bueno o malo, y ese motivo es nuestra razón de vivir; sin ello estamos perdidos, hundidos en un negro abismo del que no se puede escapar."

Amor Extraño (Rulexby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora