Prólogo.

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Aquel chico de brillantes cabellos castaños se abre paso entre la multitud de personas que inundaban el patio de la escuela de gritos descontrolados.

A pesar del ruido lo único que el puede escuchar es el agudo llanto de un pequeño y pálido niño de 10 años que acaba de ser golpeado por uno de sus compañeros con su mochila y ahora no puede levantarse mientras todos se burlan de el y lo patean con fuerza.

El pequeño se ve tan delicado e indefenso entre todos esos chicos mayores que no se tientan el corazón al verlo gritar por ayuda.

Por fortuna llega su ángel.

El castaño empuja fuertemente a los chicos para que se alejen del menor y se abalanza sobre el para proteger su pequeño cuerpo de los demás.

El solo es un año mayor que el pelinegro que tiene entre sus brazos y claro que no es ni de cerca tan fuerte como los muchachos que lo molestaban, pero se mantiene firme y con la cara en alto, recibiendo un puñetazo en su mejilla derecha que lo desestabiliza un momento y le deja el oído zumbando.

-¿Que mariquita? No te puedes defender solo y tiene que venir otro niño igual de enclenque que tu a defenderte, ¿que eres, su zorrita? De seguro le lames las patas y la verga cada que puedes ¿cierto? Por eso lo defiendes, porque sin el no habrá nadie que te de duro por las noche ¿verdad castañito?- dijo fuerte un chico rapado y alto que no paraba de escupir cuando pronunciaba cada palabra.
Se podía ver un trozo de carne atorado entre sus dientes y su aliento olía peor que un vertedero de desechos sanitarios.

¿Que demonios hacia un joven de casi 15 años atormentando a unos pobres niños pequeños en medio de la calle sin ser visto por ningún adulto?
Quien sabe.

El menor de todos solo había pateado, sin querer, la maqueta del mayor, tirando a la basura el esfuerzo de su noche.
Había sido solo un accidente, y el pequeño había promedio arreglarla el mismo y traerla al día siguiente como nueva, pero por desgracia se había topado con la pesadilla de la escuela, un adolescente que más que parecer estudiante se podía confundir con un preso por su estatura y musculatura anormal para un chico de su edad.

Todo comenzó con unos cuantos empujones de los que el pequeño pelinegro no se pudo defender pues era demasiado delgadito y chiquito como para luchar con semejante mastodonte.
El mayor comenzó a burlarse de la falta de fuerza del chiquillo y comenzó a llamarlo "marica" y demás insultos horribles que el niño ni siquiera lograba entender, mucho menos sabía su significado.

Ese enorme adolescente ahora tenía tomado con su mano echa un puño la camiseta del uniforme del castaño y lo levantaba del suelo, acercando su otra mano a los cabellos del chico y jalandolos con fuerza.
El dolor era insoportable, las lágrimas no tardaron en caer por sus mejillas y sentía que podía perder el conocimiento.

Soltaba patadas fuertes intentando safarse del agarre que el más alto ejercía sobre el.
Seguía escuchando las estruendosas risas de los chicos y chicas de la escuela que no hacían ni el más mínimo intento por ayudarlo, por el contrario habían varios grabando la escena con sus costosos y bien cuidados teléfonos celulares.

Por supuesto que nadie intervendría pues no les gustaba ensuciarse las manos, y menos por dos personas irrelevantes e invisibles como ellos.

Siguió pataleando, pero nada parecía funcionar y se estaba resignando a ser humillado frente a toda la escuela y después mandado a un hospital, hasta que vio como alguien se montaba a la espalda del más alto, sacándose al fin de su agarre debido a la distracción.

Cuando enfoco su mirada pudo ver claramente al pequeño pelinegro jalando por detrás detrás chico rapado.
Esa distracción definitivamente no sería suficiente para contener a la bestia así que el mayor rápidamente tomó la mano del menor y salió corriendo a la entrada de la escuela, jalandolo para que corriera más rápido.

Arin's brother.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora