G U E R R E R O 🖤

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Odiaba estar en esa posición.
Ese traje tan inquietante la dejo en una situación muy bochornosa, si no fuera por la insistencia del rey, ella estaria en su habitación y no huyendo de tan irritante evento que se llevaba acabo en el reino.
Afortunadamente llegó a los límites del reino, viendo las olas del mar tocar tierra, no podía estar más agradecida ya que el lugar era solitario y no corría el riesgo de encontrarse con algún majadero que le dijera alguna vulgaridad, así que no se limitó en fantasear lo que haría si alguien se atrevía a darle un simple "cumplido pícaro". Bueno ella tampoco era tan estúpida como para dejarse soltar un piropo grotesco, aunque no entendía porque iba vestida de esa manera, ya que tanto criticaba a la demás princesas que se vestían tan retacadas y siempre mostrando los pechos a quien se le pusiera enfrente, bueno ahora exactamente se parecía a ellas.
El vestido le favorecia en lo absoluto, cintura pequeña y pechos pronunciados de manera provocativa, era digna de ser una princesa.

Se frotó el rostro, alzó la cabeza y aspiro la fragancia de las olas llegando a su nariz como si eso fuera la única cosa que la hacía feliz, aunque se preguntó porque insistían tanto en obligarla a contraer matrimonio. Sin embargo, entre su calma absoluta, un sonido estruendoso la hizo pisar tierra, se puso de pie e inmediatamente corrió hacia el arrecife del otro lado del muelle, al llegar entró levemente a la orilla del mar mojando el hermoso vestido que llevaba pero poco le importo ya que sus ojos quedaron sobre el cuerpo tirado cerca de la orilla.

Corrió aprisa, dándose tropezones por el incomodo calzado que poseía, pero ignoro las molestias de estar mojada ya que toda su atención recayó el el hombre casi herido, vestido con un traje de entrenamiento el cual la mitad de la parte de arriba desprendía del varón y la otra cubría las piernas de modo que se lanzó al suelo para atenderlo.
Pero no imagino que sería la persona con la que menos había tratado en toda la élite del reino el cual le causaba cierta inquietud y curiosidad.

-¡General, Eren! - Mikasa movió el cuerpo para que la mirara-¡¿Esta bien?!

-Señorita, Mikasa- Gimió el hombre de cabello largó, tocandose el pecho en señal de respeto.

-¿Qué hace aquí?

-Eso no es lo que importa, lo vi tirado ¿Qué se supone que deba hacer? Ayudarlo, es obvio.

-Me encuentro bien, no debe estar con un hombre a solas, el protocolo lo dice por favor, vuelva al gran salón.

Eren gruñó de dolor al tocarse el abdomen donde rápidamente se dio cuenta que traía una herida poco profunda y que mancho no solamente su mano si no también la mano de la chica, la cual estaba un poco asustada por lo que veía.

-No es nada del otro mundo, es un simple corte.
-Vamos con el General Armin ¿De acuerdo? - dijo ayudándolo a ponerse de pie- no puede andar desangrandose por todo el reino. Y la verdad no soy tan buena con soportar la sangre.

-Estaré bien, suelo tomar medicinas para que mi cuerpo no sienta dolor.

-Si, pero que pasaría si se desangra aquí ¿Eh? ¿No ve que puede morirse?

Se cruzó de brazos algo molesta lo cual causo que el guerrero frunciera ligeramente el ceño pues era la primera vez que una mujer le contestaba de esa manera, y sabía que si se negaba iba a terminar en un problema sin sentido. Mikasa suspiro incómoda, más tomo fuerza y jaló el cuerpo para ser de apoyo contra el suyo y así caminar, Eren se negó reiteradas veces más ella insistió al punto que se dio cuenta que Eren estaba peor de lo que pensó.

-Oiga, no se vaya a caer tenemos que llegar con el General Armin.

-Camine directo a las rocas, allí hay un corredor que conecta con la cabaña de Armin y luego esta la mía - indicó hacia unas enormes rocas que parecían perder su color gracias a las plantas que habían crecido encima- No pierda el tiempo conmigo, esto es normal que haría cualquier guerrero.

M I K A S ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora