74. La piedra de la resurrección.

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Lana se había unido a Neville y a Oliver Wood para buscar cadáveres en el castillo y sus alrededores. No había encontrado a Sirius, así que prefirió distraerse con algo antes de comenzar a llorar al imaginar lo peor.

—Colin estará muy triste —murmuró mientras veía a Neville y a Oliver cargar el cuerpo de Dennis Creevey.

—¿Sabes qué? Puedo llevarlo solo, Neville —dijo Oliver, y levantó a Dennis sobre su hombro en un movimiento de bombero, cargándolo hasta el Gran Comedor.

Lana y Neville suspiraron, mientras miraban por todo el vestíbulo, buscando más cuerpos en la oscuridad.

—Ginny está afuera —habló la italiana después de un rato—. Creo que iré a ver si necesita ayuda.

Y comenzó a caminar hacia las puertas principales del castillo, mientras se alejaba escuchó unas pisadas, pero supuso que sería Neville, así que no volteó.

Salió a los terrenos del castillo, sintiendo la fría brisa de aquella noche contra su cara. Lana sacó su varita y murmuró «Lumos» consiguiendo una pequeña luz para poder ver con más claridad.

Ginny no estaba muy lejos, y Lana se apresuró hacia ella, caminando rápidamente y con largas zancadas, hasta que llegó a su lado.

—Está helada —La oyó murmurar, viéndola poner el dorso de su mano contra la mejilla de una chica, entonces notó a Lana—. Deberíamos llevarla adentro.

Entonces ella se movió, murmurando palabras que ninguna entendió.

—Será lo mejor —Lana asintió, y se inclinó sobre ella, junto a Ginny.

—Mi madre... —murmuró, tomando a Lana del brazo—. Quiero... quiero irme.

La italiana y Ginny intercambiaron miradas, inseguras de que decir o hacer.

—Todo estará bien —susurró Lana, atreviéndose a acariciarle suavemente el cabello. No se lo diría a nadie, pero ella también quería a su mamá, quería saber dónde estaba.

—Tranquila —dijo Ginny—. Todo va bien. Vamos a llevarte dentro.

—Pero quiero ir a casa —susurró la chica—. ¡Ya no quiero luchar más!

—Lo sé —dijo Ginny, y su voz se quebró—. Todo irá bien.

—Vamos dentro, entonces podremos intentar que vayas a casa, ¿está bien? —preguntó Lana, mirándola con atención.

—¿Lo prometes? —preguntó ella, aún sin soltar su brazo. Lana dudó un momento.

—Lo prometo —dijo finalmente. Ginny y Lana tomaron las manos de la chica.

Entonces ambas sintieron una ráfaga de aire contra ellas, que solo podría haber sido provocada por alguien que pasara a su lado. Lana y Ginny miraron alrededor, pero no había nadie.

—¿También lo sentiste? —preguntó la pelirroja, aún mirando alrededor.

—Sí —Lana miró a la chica—. Vamos adentro. No vaya a ser que haya un dementor por ahí...

Ginny asintió, y entre las dos ayudaron a la chica a ponerse de pie, entonces se encaminaron hacia el castillo.

El camino al castillo se le hizo corto, mientras respiraba el aire frío y la ayudaba a caminar. Quizás se le hizo corto por lo rápido que iba su mente, de un lado a otro, llena de pensamientos sobre Antonella, Sirius, Aless y su madre. No sabría qué haría si alguno de ellos había muerto. No podía ni siquiera imaginar la probabilidad de ver sus cadáveres dentro de unos momentos, sin que las lágrimas acudieran a sus ojos.

Todo por Granger || Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora