Capítulo 8

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Desconocido

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Desconocido

Llevo años tratando de descubrir con exactitud el turbio y oscuro secreto que guardaban esas personas con su fachada de perfección.

Monstruos ocultos bajo una imagen de la familia modelo que vive cómodamente sin ningún conflicto en los suburbios.

Pero en todos mis intentos, mucho que reúna pruebas y me acerque, siempre me falta algo.

Son astutos y cuidadosos, consiguen que de una u otra manera, aquello que me llevará a la fase final para atraparlos, se desvanezca, se evapore delante de mis narices, dejando sólo mi palabra como evidencia.

He estado todos estos años dando vueltas en círculos, dándome las narices contra la pared.

Pero si hay algo que soy es perseverante. Seguí corriendo tras ellos, pisándoles los talones, siempre con la mente puesta en el enorme beneficio que me traería despellejar a esos ángeles impostores.

Sin embargo, algo que no estaba en mis planes...

Ella: tan pura, tan inocente, jugando a la angelical pareja en el mismo infierno.

Descubrió algo que yo no había prevenido, lo supe esa noche al ver la expresión de horror en su rostro. Lo supe cuando él se apareció buscando que ella lo perdonara y me dijo su condenado apellido.

Entonces supe que descuidé lo más importante en mi vida.

Como buena niña perfecta, ella trató de disimular con todos. Pero no existe nadie que la lea mejor que yo; en eso soy audaz, en eso no me ganaría un jodido crío que sólo apareció para destruirla.

Día tras día en sus ojos veía el horror, la decepción, -incluso repulsión diría yo-.

¿Podía culparla? Su ingenua inocencia ha sido perturbada por aquellas personas, por aquel idiota que jamás debió acercarse a ella en primer lugar.

Todo  lo que he hecho lo hice para alejarla de la cueva del lobo, para protegerla.

Quizás podría juzgarse que mis métodos no fueron los más acertados, pero el amor verdadero no se limita ni ve errores a la hora de proteger aquello que amamos.

El fin justifica los medios.

Te alejaré de la cueva del lobo, nena.

Marina

La cara de Luis me recuerda a aquella pintura renacentista famosa que hoy en día se usa en memes.

Ya podrías imaginarlo, mi amigo quedó helado. Y no es para menos; le había caído con un cruel relato cargado del peso que yo misma había estado aguantando en soledad.

Lo extraño es que aunque le revelé uno de mis secretos más dolorosos, no me arrepiento por ello, me siento libre compartiendo mi carga.

— Luis, sé que es algo fuerte...— Las lágrimas dejaron de caer por mis mejillas. — Me aterra decirlo en voz alta. Me hace pensar en una lenta y dolorosa muerte, mientras sufro el rechazo de todos los que me rodean si lo saben. — Aquella confesión que me acompañó desde Cuba, fue al fin hecha palabras por mi. — Bueno, al menos así estaré sola. — Terminando de decir esas palabras, él me agarró de la muñeca obligándome a mirarlo.

Marina: Lie or DieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora