Capítulo I. ¿No es este un pueblo maravilloso?

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Por alguna razón, Hyunjin se despertó más temprano ese día. No es que tuviera la fortuna de disfrutar largas horas de sueño, porque siempre algo lograba mantenerlo despierto por las noches, sin embargo, ese día en especial con suerte había descansado un par de horas. No tenia ganas de levantarse, era una de esas mañanas en las que deseaba quedarse acostado, con las sábanas hasta la barbilla pensando en que si salía de su cama no iba a soportarlo. Se rio sin ganas recordando todas las veces en que se sintió así.

Después de tomar una ducha, y relajarse un poco, bajo a desayunar. Su padre estaba sentado leyendo el periódico, y cuando le murmuro un "buenos días" ni siquiera se inmuto. No se sorprendió por eso. Su madre solo le dedico una mirada cansada y con las manos señaló que la ayudara a terminar lo que estaba preparando. Una vez que los cubiertos y la comida estuvieron sobre la mesa, su papa hizo la oración y empezaron a comer en silencio. Desde que Hyunjin podía recordar, lo hacían de esa forma, no sabia como lo toleraban. Nunca hablaban, nunca preguntaban sobre sus días, pasatiempos o como se sentían. Y que eso fuera algo rutinario, no lo hacia menos decepcionante. Hyunjin seguía enojándose consigo mismo por esperar cosas que no ocurrirían.

Su padre era excelente hablando con los demás, era bueno predicando la palabra del señor, y apostaba lo que fuera a que todos tenían la idea de que él y su madre habían sido bendecidos con un hombre compresivo, que no solo era dedicado a su familia sino también a Dios. Si tan solo supieran. Nunca había recibido algo diferente a regaños u ordenes de él. Lo mismo para su madre. Hyunjin los amaba, después de todo tenia una casa y comida sobre la mesa, y aunque la biblia le había enseñado que debía ser agradecido a veces era muy difícil sentirse así. ¿Realmente había algo para sentirse agradecido?

Era un hogar lleno que se sentía vacío, las puertas se habían cerrado en su cara y aplastado sus sueños, las paredes estaban manchadas de recuerdos que Hyunjin quería borrar; como aquellas palabras que nunca dijo, y las que dijo demasiado alto. En ocasiones sentía de nuevo aquel golpe que silencio cualquier cosa que tenía para decir .

Ni siquiera termino su comida cuando se levanto de la mesa con la ingenua idea de que podría escapar.

―¿Vas a desperdiciar esa comida? ―La voz de su padre retumbo en la habitación. Hyunjin quiso gritar hasta que los pulmones le ardieran. Miro a su madre en un patético intento de pedir ayuda, pero ella ni siquiera alzo la mirada―. Siéntate y termina de comer. No me hagas enojar.

Regreso a su asiento luego de disculparse. Se las arreglo para fijar su atención en el plato, en la sensación del acero de los cubiertos entre sus dedos; el suelo debajo de sus pies, la pequeña brisa que se colaba por la ventana y el ruido del exterior. Y pudo respirar de nuevo.

Hyunjin llevaba 15 minutos sentado en el porche de la casa esperando a Jisung. Este ultimo solía ser puntual por lo que no pudo evitar inquietarse ante su retraso. Justo cuando estaba por sacar su celular para enviarle un mensaje, este apareció. Su mejor amigo era propietario de un auto tan viejo y oxidado que apenas podía funcionar. Los dos creían que en cualquier momento se caería a pedazos y aun así lo seguían atesorando como si fuera uno de esos autos último modelo.

―¿Estás bien? ―fueron las primeras palabras que escucho cuando entro al carro. En lugar de responder, él observo las pequeñas gotas de sudor que le escurrían por la frente y como trataba de recuperar el aliento.

―Eso debería preguntar yo. ¿Qué te paso?

―Hoy mi bebé está algo caprichoso. ―comentó avergonzado―.  No quería encender, y estuve 20 minutos arreglándolo. ―Hyunjin se rio. 

―¿Por qué no me avisaste? Podría haberte ayudado.

―No tengo mi teléfono, y no quise entrar a casa de nuevo. No me respondiste, ¿estás bien?

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