𝒔𝒆𝒊𝒔

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-Esto ha sido maravilloso, pajarito.

La profunda voz en su oído estaba contento, pero todavía interesado.

-L-Lo fue, ¿verdad?.

Keigo rodó hacia él, sintiendo las plumas de su máscara cosquillear en su cara ya que esta presionaba contra la almohada de plumas de ganso. Se suponía que debería levantarse, vestirse y enviarlo por su camino, ahora que el encuentro había terminado, pero de alguna manera no se atrevía a hacer eso. Tan tonto como parecía, había sentido una conexión real con el hombre a su lado y se resistía a dejarlo ir. 

Él le sonrió, sus ojos turquesas, ardientes, detrás de la máscara de cuero negro.

-Eres condenadamente precioso, ¿lo sabías?

Keigo se ruborizó de placer. En realidad, no lo sabía. La gente siempre decía lo hermosa que era Rumi, pero de alguna manera su mejor amiga parecía saber cómo sacar el máximo provecho de su cabello y ojos tan llamativos. En cambio él, tendía a desvanecerse en el entorno, demasiado tímido para salir a pedir atención de la forma en que su mejor amiga lo hacía. A pesar de que no había estado actuando muy tímido esta noche, se recordó.

-Tú no estás nada mal tampoco -dijo en voz baja. Se acercó un poco más y las plumas de la máscara le hicieron cosquillas otra vez, haciendo que le picara. impaciente, se frotó los lados de su cara- Háblame de ti -dijo, antes de pensar en ello- Quiero decir -dio marcha atrás apresurado- s-si no te importa.

-No me importa, pero se está poniendo frío aquí. Espera -alcanzó abajo, al pie de la cama y levantó las sábanas de satén junto con el edredón rojo y negro a juego- así, ¿está mejor?

-Mucho -se acurrucó bajo las cubiertas agradecido por la calidez del momento.

-Si todavía tienes frío, puedes acercarte -se palmeó el costado de su pecho y le sonrió coquetamente.

Sintiéndose un poco torpe, se acurrucó a su lado, poniendo su cara contra su amplio pecho mientras él colocaba un brazo alrededor de sus hombros. Pero la máscara con plumas se metió de nuevo en su camino.

-Hey, ¡Eso hace cosquillas! -protestó cuando él se movió nuevamente contra el pecho desnudo.

-Lo siento, también me molesta a mí. Y la tuya debe hacerte sentir calor, ¿no? -miró la máscara de cuero que enmarcaba sus ojos que cubría casi la totalidad de su rostro.

Él se encogió de hombros sin comprometerse.

-Lo puedo soportar.

-Bueno, yo no puedo.

"¡La tercera regla es no quitarse nunca la máscara!"

La voz de su mejor amiga le grito dentro de su cabeza. Pero ya había roto todas las otras y, además, tenía ganas de arriesgarse. Una posibilidad entre él y quién estaba acostado a su lado. Keigo se había que sentía una verdadera conexión con él pero, ¿Cómo lo sabría a menos que él revelara su verdadero yo y le pidiera que hiciera lo mismo?.

Se sentó bruscamente en la cama y lo miró.

-¿Y si nos las quitamos, qué dices? -sus dedos ya estaban tirando de la banda que mantenía su hermosa máscara de plumas en su lugar mientras hablaba.

Los turquesas ahora apagados estaban dudosos.

-No sé.

-Ah...-Keigo dejó de tirar la máscara repentinamente.

¡Qué estúpido había sido!. Por supuesto él no quería quitarse la máscara, se suponía que esto era un encuentro anónimo. La voz de Rumi resonó en su cabeza de nuevo. Esto es una transacción comercial, no un interludio romántico.

𝕊ℂ𝔸ℝ𝕊 [DabixHawks]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora