Capítulo 47

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Maratón 1/3

Joaquín:

Durante los primeros 20 minutos del vuelo, me quedé sentado evitando iniciar con las náuseas de la altura.

La ligera sacudida al subir al aire fue como una montaña rusa, y mi emoción infantil creció. Después de que la emoción se desvaneciera y el avión se nivelara en el cielo, me había quedado un poco paralizado en un asiento. Emilio había estado tan cerca. El olor de su colonia y sus feromonas naturales había sido como un estímulo para mi cohete de la entrepierna, alias mi polla.

—¿En serio haremos un viaje a Grecia?.— pregunte desde el baño del Jet de Emilio.
—Si. Eso mismo dije.— gritó desde a fuera.
—¿No es un poco lejos eso?.— abrí la puerta y fui saludado al instante por Emilio que me agarró por el cuello de la camisa y me jaló mientras la puerta se cerraba.

Cuando sus labios se encontraron con los míos, gruñí con sorpresa y me derretí en el beso. Tenía una forma de hacer que mi cerebro se hiciera papilla. Todo mientras endurecía otras partes de mí

Me eché encima de él y aparté la boca de la suya.

—Lo siento —dijo Emilio con una sonrisa arrogante—. No podía esperar a besar a mi marido.
Su marido. No estaba seguro de cuándo la palabra dejaría de sentirse como un sueño.

Emilio es mi marido.
Mío.

—Eso suena maravilloso. —Puse una sonrisa coqueta y deslicé mi mano hasta su nuca.—A cualquier lugar, te seguiría a cualquier lugar.
—Eso es doblemente maravilloso—respondió, devolviéndome la sonrisa y cerrando el pequeño hueco entre nuestros cuerpos al dar un paso adelante.—Mientras podamos tener un gran sexo y comer comida increíble, no me importa a donde vayamos.
—Sexo y comida —repetí con un divertido movimiento de mi cabeza—. ¿Es eso todo lo que te importa?

Emilio mordió su labio inferior mientras me miraba.

—¿Qué puedo decir? Soy un hombre de gustos muy simples. No necesito mucho en la vida. Solo a tí.
—Convénceme.
—Puedo garantizarte un montón de comida y orgasmos si vienes conmigo. —Jugué con los mechones ondulados de la parte de atrás de su cabello—. Toda la pizza y el sexo que puedas desear.
—Ten cuidado, señor Bianchi—dije mientras levantaba la comisura de mi boca—. Sigue hablando así y puede que me enamoré de ti.
—Uh ese barco zarpó hace mucho tiempo, estás atrapado para siempre. ¿Ya pensaste en eso?.— dijo intentando sacar la camisa de mis pantalones.
—Estoy encantado de mi futuro.— dije pasando de lado para ir a desvestirme. Me siguió enseguida. —¿Cuánto dura el viaje? —pregunté, instalándome en la bonita y cómoda cama.
Esto no estaba la última vez.
—Eh. —Emilio se encogió de hombros mientras pasaba su mano por las sábanas—. ¿Diez u once horas? Por ahí. ¿Estás nervioso?

Bueno, no lo estaba realmente hasta que esos ojos oscuros se movieron hacia mí.

—¿Sobre volar? —Negué con la cabeza—. No. No estoy nervioso. Sin embargo —me incliné hacia él para susurrarle al oído—, el viaje hasta allí sin que te metas en mis pantalones me pone nervioso. No estoy seguro de tener esa clase de fuerza de voluntad.
Sonrió, pero no me perdí el movimiento de su nuez de Adán en su garganta sexy.
—No tenemos que esperar nada, está es nuestra noche.

Presionó su frente contra la mía y me rodeó con sus brazos. Sujetándome contra su pecho. Mi corazón murió un poco. Como antes, era demasiado tierno.

—¿Estás bien? —susurró alejándose un paso.
Una lágrima se me escapó del ojo y asentí, sosteniendo su cuerpo con más fuerza. —Estoy perfecto.
Los ojos de Emilio se arrugaron en los bordes antes de inclinarse para rozar sus labios con los míos. —Sí, lo estás.— dijo quitándome el saco de mi traje.

Mr. Perfect Match || Emiliaco M-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora