Valentina

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La primera vez que vi a Valentina Jofré no me pareció nada especial, medía lo mismo que la mayoría de las chilenas, su pelo era castaño y sus ojos cafés, la piel morena y en el tabique se le veía una pequeña línea blanca que no había sido quemada por el caliente sol de enero. Estábamos en el cumpleaños de Mariano, uno de mis grandes amigos de la universidad, siempre fue un hombre de fiestas, parecía que cada día de su vida fuera un día feliz y era bastante sociable, tanto que logró ganar mi aprecio y amistad.
Valentina estaba parada al final de la barra con una cerveza en la mano, conversaba con un hombre que se la comía con los ojos y de vez en cuando tocaba su brazo para mantenerla enfocada. La miré por un largo rato -más del que estoy dispuesto a confesarle- cuando por fin se alejó de él sin siquiera regalare una sonrisa de disculpa por su retiro, supe que era mi momento de hablarle, que era ahora o nunca, pero todo lo que mi cabeza tenía por conclusión, no se lo comunicaba a mi cuerpo, así que me quedé donde estaba pensando en las infinitas posibilidades de lo que hubiera tratado nuestro encuentro y la larga conversación que tendríamos si le hubiera preguntado sobre sus calzas rasgadas.
Divisé a Mariano al otro lado de la piscina, andaba con un traje negro, pulcro y digno de su vanidad, usaba unos lentes de cotillón verdes fosforescentes y un collar que pretendía ser hawaiano. Cuando me vio me hizo un gesto con la mano y se acercó a mí.

- Rubén, hueón que bueno que viniste, sinceramente no te esperaba por aquí.- nunca he sabido como lo hace para que su aliento siempre huela a menta, incluso cuando ha estado tomando.

- Cada cierto tiempo a nadie le hace mal salir.

- cierto, aprenderme a mi, que ayer carretié en viña y ahora he me aquí, pasándola la raja en mi propio carrete.

- feliz cumpleaños, compa, que cumplas muchos más - le di un abrazo lo más cariñoso que pude, tratando de demostrarle mi aprecio

- Gracias "compa"- usó sus dedos para hacer las comillas mas exageradas

Se sentó junto a mi y me pidió un whisky, conversamos de su carrete en viña y de las dos minas que se tiró antes de que empezara la fiesta, no como alardeo, Mariano siempre conversaba de su vida como algo natural, no le molestaban las revelaciones, quizás por eso la gente lo rodeaba tanto.
De vez en cuando yo miraba a la morena de reojo, estaba sola sentada en un sillón al lado de una de las tantas fogatas que adornaban el ambiente. Sabia que Mariano la conocía, por que él nunca invitada a sus fiestas a nadie que no conociera, podría haberle preguntado sobre ella, pedirle que me la presentará y así tendríamos la conversación que seguía repasando en mi cabeza, pero de nuevo no me atreví y seguí escuchando las historias de Mariano por una larga hora.

- ¡sin torta no hay cumpleaños! - se escuchó desde la puerta, Nicolás, otro amigo de la universidad, le abría la puerta a una de las meseras que entraba con una torta de tres pisos, blanca con edificios pintados en cada uno de estos y una figura de unos cinco cm comestible que representaba a Mariano con una cámara fotográfica. Mariano se puso la mano en la boca haciéndose el sorprendido, todos aplaudimos y vitoreamos, cantamos cumpleaños feliz bastante fuerte y él hacía pequeños pucheros tratando de no llorar, al final todos aplaudimos y Nicolás pidió que lo cantáramos en inglés. En ese momento me senté, nunca me interesó el inglés, por algo vivo en Chile, con suerte sabia decir "hello"

- Estos pendejos se juran lo más por hablar como gringos. - dijo una voz tras de mí, al principio quise hacerme el loco, pero después volteé y ahí estaba la morena de las calzas rotas, de brazos cruzados y con las mejillas rojas, no sabía que decir, quería parecer interesante pero a la vez relajado, caerle bien, aunque no estaba seguro si su comentario era exactamente para mi o solo lo había tirado al aire

- ¿no te gusta el inglés?- pregunté, gracias a Dios sin tartamudear

- ¿debería?

- no, nose en realidad -ella me miraba fijamente a los ojos, no tratando de intimidarme (aunque lo hiciera) si no que parecía inercia, como si estuviera acostumbrada

- No, no me gusta el inglés, lo encuentro estupido, los gringos hablan todas las hueás al revés ¿y a tí?

- tampoco me gusta, a parte, soy pésimo hablándolo -cuando dejaron de cantar todos volvieron a aplaudir y ella dejó de prestarme atención para aplaudir con los demás

- Me llamo Valentina, soy prima de Mariano ¿tú, de donde lo conoces? -me besó la mejilla con un sonoro beso que me descolocó y por poco me caigo del taburete

- Yo soy Rubén, con Mariano somos amigos desde la U - traté de acomodarme lo más que pude sobre el taburete afirmando de la barra

- Nunca te había visto en una de sus fiestas -llamó a un mesero con una mano y saco un canapé de la bandeja que traía

- esta debe ser como la tercera vez que asisto a una, no soy muy bueno para salir.

- ¿estudiaste fotografía con mariano, Rubén? -mi nombre sonaba fuerte en sus labios, como si me recriminara el hecho tener una "r"

- No, estudiamos en la misma U pero no lo mismo, nos conocimos en un carrete

- ¿Y que estudiaste tú? - su boca era grande, parecía una puerta que se abre de par en par

- yo estaba estudiando psicología, pero congelé en segundo año.

- mi hermana es psicóloga, pero ella está más loca que sus pacientes, a puesto que tu igual estay loco, Rubén -me regalo una sonrisa pequeña, pero enorme inconscientemente, no creo que sus labios la dejen sonreír mínimo

- sí, se podría decir que un poco ¿pero quien no?

- buena respuesta. Tení razón, todos estamos un poco locos, pero unos más que otros, mira ese hueón bailando arriba de la mesa, ese está más loco que nosotros - Nicolás estaba en bóxers arriba de la mesa del banquete con torta en el cuerpo bailando reguetton, miraba a Marino y se chupaba los dedos con torta, todos se partían de la risa pensando que solo estaba jugando.
Valentina me miro a los ojos por un rato y supe que era mi momento de irme, antes de caerme ahí mismo apuñalado por una mirada café tan profunda y recriminante

- me tengo que ir, mañana tengo que trabajar

- buu, es súper temprano, son recién las dos ¡que fome eres, Rubén! - me pego un empujón con el brazo y sus labios se rieron nuevamente, pero esta vez grande, inmenso. - dame tu número y hablamos por wsp, podemos salir a comer un día.

Le di mi número a Valentina tratando de parecer relajado y sin esperar nada pero deseando que me llamara a la mañana siguiente.
Me despedí de Mariano desde lejos, porque estaba besando a una rubia que lo agarraba tan fuerte como si fuera su salvavidas para que no cayera de boca al piso. Pasé por la casa hacia la puerta, estaba tan sofocante de calor corporal, sudor y olor a alcohol que tuve que taparme la nariz, no encontré a Nicolás para despedirme de él.

Me subí al auto y abrí las ventanas para ventilarme un poco, la noche estaba calurosa y las pocas estrellas no se veían. Antes de dar vuelta la esquina frené de golpe, se me había olvidado preguntarle a Valentina por sus calzas rotas.

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2015 ⏰

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