Capítulo 2

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Un fuerte olor a podrido se colaba en mis fosas nasales, no pocos eran los cuerpos que habían en el lugar

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Un fuerte olor a podrido se colaba en mis fosas nasales, no pocos eran los cuerpos que habían en el lugar. Eso sí, no todos murieron de la misma forma, algunos tenían agujeros, perfectamente hechos, en el área del pecho o la cabeza; otros parecían como si toda la sangre de su cuerpo hubiese sido extraída. La temperatura de muchos cuerpos era similar a la de un témpano de hielo, al parecer, fallecieron por hipotermia. Esto me hizo pensar que había sido debido a la magia, porque en los alrededores sólo podía sentirse un calor infernal, pero ¿ qué humano sería capaz de lograr tal masacre ?

Escuché sonidos de pasos y decidí esconderme en caso que vinieran a buscarme. Mi vista quedó fija en un árbol de varios metros cercano a mí. Impulsé mis alas y volé en esa dirección, pocos segundos después estaba en una de las ramas más altas, a la cual me agarré enterrando mis garras en sí. Varios minutos pasaron y tres personas llegaron al lugar.

– ¡¿ Dónde mierda estará ese dragón ?! - exclamó un joven corpulento

– Debemos buscarlo......si no aparece todos estaremos mue..mue..muertos para mañana- tartamudeó una de las chicas

– Quizá si no hubiéramos sido tan avariciosos los dioses no estarían atacando - dijo la otra con un toque de resignación – aún así, tampoco vamos a dejar que nos aniquilen, rápido, busquemos al maldito dragón y llevémoslo con el jefe.

– Quizá deberían dejar de preocuparse por un dragón y comenzar a temer por vuestras vidas, seres inferiores - interrumpió una voz risueña

Luego de esta línea, una mujer pequeña descendió de entre las nubes. Su cuerpo era bastante delgado, con ligeras curvas en los lugares propicios, ojos grises rodeados de una aureola dorada, cabellos cortos y salvajes. Su ropa consistía de una falda hecha de un material similar a las algas, y un top del mismo material, este conjunto dejaba a la vista gran parte de su cuerpo, no obstante a a esta ropa, lo que más resaltaba de todo su ser era que su tez era de color violácea, moteada de enormes manchas rosas. Frunció sus labios y extendió su mano, que era similar a la palma de un anfibio, acto seguido un brillo púrpura se extendió frente a sí, invocando una descarga eléctrica.

– No te tememos diosa secundaria de los rayos, ni a ti ni a tus sucias criaturas del pantano - dijo el chico, cuyas piernas se tambaleaban

Ante esta frase, la mujer de piel colorida resopló y con la electricidad que había convocado formó un rayo que se dirigió al trío de humanos. Antes de que la descarga los alcanzara, el clima fluctúo, volviéndose gélido y una ráfaga de viento los abrazó, convirtiéndolos en estatuas de hielo. En cuanto el relámpago chocó, trozos de hielo volaron de forma omnidireccional. La molestia se dibujó en la cara de la muchacha y su mirada fulminó un espacio frente al árbol en el que estaba. Temblé por dentro, no podía creer que había sido descubierto, no obstante decidí contener la respiración y ajustar aún más mi agarre.

De repente, la hierba comenzó a secarse y el agua que había en ella se reunió en en el espacio bajo la vista de la misteriosa mujer. El líquido comenzó a tomar una forma humanoide, al completar el proceso, se solidificó. Lo primero que se dejó ver fueron los pies de la figura, que estaban cubiertos por botas metálicas de color azul. Seguido, sus extremidades inferiores, las que tenían una armadura en concordancia con las botas. Su torso se presentó desnudo; abdomen, pecho y brazos desnutridos, tan delgados que apenas se diferenciaban del hueso. Su rostro: mentón ancho, nariz prominente, ojos, que al igual que sus cabellos eran azules; su frente era más ancha que el resto de su cara, proporcionándole un toque espeluznante. Todo su cuerpo parecía podrido, la piel que quedaba a la vista poseía un matiz azuloso, parecido al de las llagas que provocan las cadenas. Sonreía a la chica de forma arrogante, mostrando sus dientes distorsionados. El agua continuó a su lado, creando una barra de metal, que se rodeaba de enredaderas de hielo, las cuales convergían en la punta de dicho objeto, allí donde terminaban, una masa amorfa de agua se reunió, siendo rodeada por trozos de hielo que rotaban a su alrededor.

Plumas blancas y etéreasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora