Prólogo

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Seis meses después...

Diego.

Miro desde el balcón de mi habitación como el amanecer llega otra vez, dando inicio a otro día más.

Pero para mí es otro día de tormento porque ya no puedo hacer las cosas que tanto adoraba como era cabalgar para subir a la colina y mirar el sol salir tan hermoso.

Siempre me ha gustado mirar el alba, y hacer lo acompañado de la mujer que amo era muchísimo mejor.

Un dolor agudo me traspasa el corazón al recordar como terminaron las cosas entre Ángela y yo.

Aunque mi lado egoísta me invitaba a detenerla a mi lado lo mejor fue terminar lo nuestro.

Sufrí como un condenado, pero no podía amarrarla aún lisiado.

Porque desde hace seis meses estoy paralítico. Y me desplazo en una maldita silla de ruedas.

No podía hacerle eso aún ser tan dulce como lo es Ángela Scott.

Aún sufro por ella porque la amo mucho más que antes.

Accedí a que me operaran para complacer a mi padre y hermanos, pero en realidad no quería hacer nada.

El doctor fue muy claro aunque la operación fuese un éxito sería prácticamente un milagro que yo volviese a caminar.

Por eso despedí al fisioterapeuta que me hacía los ejercicios para fortalecer mis músculos y que estos por voluntad propia comenzaran a responder.

Mi familia se puso histérica, pero como me negué en redondo pues no hubo más que hacer.

De eso ya seis meses atrás...

Como también seis desde que Ángela se fue de intercambio a una clínica en Atenas, Grecia.

La extraño demasiado. Cuando terminé nuestra relación, tenía el consuelo de saber la en la misma tierra que yo.

Respirando el mismo aire, y ahora eso es imposible.

Ella está en otro país, y quien sabe cuando regrese.

Supongo que me merezco todo esto al haber la herido así.

Sólo que me dá rabia porque ya la vida me ha quitado tanto.

Aún por las noches tengo pesadillas con esa fatídica noche donde acabe con dos tiros en mi espaldas, los que me dejaron postrado a esta silla de ruedas.

Sacudo la cabeza para espantar esos horribles recuerdos.

Doy pase cuando oigo que alguien toca, y por esta veo a Bruno, mi hermano pequeño.

El posee los mismos ojos azules que yo, los cuales heredamos de nuestra madre.

Stefhan saco los ojos grises de papá, el se parece mucho a él.

Algo tenía que sacar, pues uno de tres ¿no?

Miro como él se afirma del muro del balcón posando sus ojos en el horizonte frente a nosotros.

Déjame Amarte, Saga Amor & Pasión 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora