Invierno

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El invierno había llegado a Orario.

Las calles estaban repletas de nieve muy blanca.

La gente caminaba con sus abrigos puestos para soportar el frío a excepción de los aventureros ya que iban a la mazmorra para ganar algo de dinero.

Entre las calles llenas de nieve iba corriendo un chico peliblanco hacia las enormes murallas de la ciudad.

En su rostro se podía notar el nerviosismo y la inseguridad que sentía en ese momento.

Estaba corriendo hacia las murallas para encontrarse con la chica que le había robado el corazón hace unos meses atrás.

Ella era Ais Wallenstein, su maestra, amiga e interés amoroso.

Hoy la había citado en las murallas para decirle algo importante, Bell por fin se había decidido en decirle sus sentimientos a Ais.

Era muy probable que está lo rechazara y que su relación se volviera incómoda después de eso pero estaba dispuesto a correr el riesgo.

Había estado al borde de la muerte tantas veces que se dió cuenta que en cualquier momento puede morir, así que tomo la decisión de confesarse a la persona que ama antes que llegue ese día.

—solo espero que Ais no sea tan dura conmigo.

Bell cerro los ojos con fuerza imaginandose los peores escenarios posibles del rechazo que le daría Ais.

El estaba completamente seguro que ella lo rechazaría después de todo ella era una nivel 6 de la familia Loki y el solo era un nivel 4 de la familia Hestia, de por sí sus diosas se llevan fatal haciendo que las posibilidades que este en una relación con Ais sea nula.

Aunque muy dentro de su corazón, en lo más profundo él aún mantenía esa esperanza y seguridad que ella lo correspondería y que serían una pareja felíz, eso era lo único que motivaba a Bell para decir sus sentimientos

—se vale soñar —susurro Bell continuando su caminata hacia las murallas.

Tiempo después.

Bell llegó a su tan ansiado destino donde se encontraría con la princesa de la espada.

Las murallas estaban llenas de nieve gracias al invierno haciendo que se le dificultará un poco caminar.

—Bell.

Allí escucho la hermosa voz de su anhelo dorado.

Ais Wallenstein.

Estaba sentada a la orilla de la muralla con un abrigo blanco cubriendo su hermosa piel y con unos guantes en sus manos.

Bell se sonrojo al ver a Ais, era la primera vez que la miraba vestida así, se miraba hermosa como siempre.

Cabe aclarar que Bell también tenía un abrigo de color negro y una bufanda alrededor de su cuello.

—siento mucho la tardanza Ais —se disculpo Bell acercandose más a la orilla de la muralla.

—no te preocupes Bell, acabo de llegar —sonrio levemente Ais observando la enorme ciudad blanca por la nieve.

Bell se quedó embobado viendo la sonrisa de Ais pero rápidamente recobro la compostura.

—veo que no traes tu espada —hablo Bell al no ver la inseparable espada de Ais.

—Riveria me aconsejo que no la trajera conmigo, después de todo no hemos venido a entrenar —dijo tranquilamente sin dejar de observar la ciudad.

—entiendo.

Bell se sentó  unos centímetros alejado de Ais para observar el panorama.

—¿Para que me llamaste aquí Bell? —pregunto Ais ladeando la cabeza con curiosidad.

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