Capítulo 52: Irreal

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No le molestaba que su querido amigo le prestara poca atención a lo que le decía, después de todo, era prácticamente una costumbre de su parte, pero lo que sí le estaba causando cierto estrés era que el muy descarado había empezado a charlar con aquella recién llegada; una que era conocida para ambos. Aunque quedaba claro que prefería hablar con uno de los dos por encima del otro.

La ciudad en definitiva era lo suficientemente chica como para reunir a dos personas después de cierto tiempo de haber cortado lazos.

Es así como esos tres viejos amigos se encontraban sentados en la misma mesa de aquel restaurante familiar.

—Pensaba que estarías en Hokkaido, estudiando –mencionaba casual Momoi. Aquella chica de ojos esmeralda simplemente le dedicaba una amplia sonrisa.

—Vine aquí a arreglar unos cuantos asuntos, Momoi –informaba sin mucha importancia la castaña, una que llevaba su larga cabellera en una alta coleta-. Y también aproveché para visitar a mis padres.

—Pues vaya viaje el que has tenido que hacer –decía Aomine.

—Vivir sola debe ser agobiante, ¿no es así Sekai-chan? –sus rosáceos ojos se posicionaron en la bonita chica que yacía sentada al lado de su amigo de la infancia.

—Un poco, pero ya era hora de que me independizara…-sonrió y empezó a juguetear entre sus manos el menú-. ¿Cómo han estado?¿Qué tal ha estado la universidad?¿Y el basquetbol?

—Bastante bien –se animó a responder Satsuki a su repentino interrogatorio-. Tanto la universidad como el basquetbol nos tienen ajetreados.

—No me sorprendería que fueras el as, Daiki –esas esmeraldas se deposirtaron en el moreno sin titubeo alguno.

—Lo es, aunque tiene competencia –rió con cierta burla la peli rosa-. Aunque Dai-chan lo niegue, ambos son muy buenos amigos.

—¡Claro que no, Satsuki!

—Daiki, no seas tan gruñón o asustarás a las chicas –bromeó la castaña, logrando cabrear al moreno sin problema alguno.

—Pues su novia actual no se asusta de sus momentos de ogro –Momoi podía sentir cómo la mirada asesna de su pequeño amigo le ordenaba que se callara y no continuara diciendo más de la cuenta.

—¿Oh, ya te has hecho de novia, Daiki? Alguien no pierde su tiempo –codeó al peli azul sólo para terminar de fastidiarlo.

—…Par de fastidiosas….Tsk…

—Mejor pidamos algo de comer, ¿les parece? –fue la única idea que se le vino a la mente a Momoi para apaciguar el ambiente circundante.

No hacía mucho tiempo que habían salido de aquel restaurante. La hora de la comida se les había ido rápida en lo que se terminaban de ponerse al día con lo que había sido de sus vidas tras la entrada a la universidad. Ahora de momento no estaba de más una apacible caminata, especialmente para digirir todo lo recién ingerido.

Al ser viernes por la tarde era normal encontrar a una gran cantidad de adolescentes atiborrando tanto las calles como las tiendas más concurridas de la ciudad. Todos deseaban divertirse un poco y olvidarse del calvario del colegio.

Y fue así como sus pasos los llevaron hasta aquella pequeña cancha, una en la que ocasionalmente Aomine iba a practicar y medir sus fuerzas contra cualquier jugador que se cruzara en su camino. Sorpresivamente no estaba sola, ya había un grupo de chicos de secundaria motivados a jugar durante largo rato.

—¿Entonces has venido hasta aquí a buscar a ese chico…? –Momoi estaba que no se creía que ella hubiera venido hasta a Tokio sólo para ver a un tipo.

Addicted to U [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora