Y, en general, puede plantearse la cuestión de por qué hay que buscar también otras cosas fuera de las sensibles y las intermedias, por ejemplo las Especies que afirmamos. Pues si es porque las Cosas matemáticas difieren de las de aquí abajo por alguna otra razón, mas por ser muchas de igual especie en nada difieren, de suerte que sus principios no serán determinados en número (como tampoco de todas las letras actuales son numéricamente determinados los principios, pero sí específicamente, a no ser que alguien considere las de esta sílaba particular o esta voz determinada, cuyos prin cipios serán determinados también numéricamente —y lo mismo sucederá también en los seres intermedios, pues también aquí son infinitas las cosas de la misma especie), de suerte que, si no hay, además de los entes sensibles y de los matemáticos, otros, cuales dicen algunos que son las Especies, no habrá substancia una en número, sino en especie, ni los principios de los entes serán determinados en número, sino en especie. Si esto se sigue necesariamente, también será necesario, a causa de esto, admitir que hay Especies. En efecto, aunque no lo articulan bien sus partidarios, es esto, sin embargo, lo que quieren decir, y necesariamente han de decir esto: que cada una de las Especies es una substancia, y ninguna es accidentalmente. Pero, si afirmamos que hay Especies y que los principios son uno en número y no en especie, ya hemos dicho los absurdos que resultan necesariamente. – En estrecha relación con lo anterior está la cuestión de si los elementos existen en potencia o de alguna otra manera. Pues, si existen de algún otro modo, habrá alguna otra cosa anterior a los principios (pues la potencia es anterior a aquella causa, y, lo que está en potencia, no todo llega a existir necesariamente de aquel modo). Pero, si los elementos están en potencia, cabe que ninguno de los entes exista; en efecto, está en potencia para existir incluso lo que aún no existe; pues se genera lo que no es, pero no se genera ninguna de las cosas que no están en potencia para ser. Así, pues, estas dificultades se plantean necesariamente acerca de los principios, y, además, si son universales, o como los que llamamos singulares. Pues, si son universales, no serán substancias (ya que ninguna de las cosas comunes significa algo determinado, sino de tal cualidad, y la substancia es algo determinado. Pero; si se puede afirmar que es algo determinado y uno lo que se predica en común, Sócrates será varios animales: él mismo, el hombre y el animal, si es que cada uno significa algo determinado y uno. – Así, pues, si los principios son universales, resultan estas consecuencias; y, si no son universales, sino como los singulares, no serán escibles (pues la ciencia es siempre universal); de suerte que serán otros principios anteriores a los principios los que se prediquen universalmente, si es que ha de haber ciencia de ellos.