-No tienes que negarlo Steve, tenemos que estar juntos, es el destino, está escrito no puedes negarlo- una mano paso por la cintura del rubio este en automático lo empujo.
-Estas equivocado, yo no te amo esto solo es sexo, el cual no volverá a ocurrir- tomaba su ropa yéndose a una esquina a terminar de vestirse, huyendo de la persona del cuarto.
-Siempre dices lo mismo, esta es la segunda vez que la pasamos juntos, solo yo puedo calmar tu celo ahora que nos reconocimos, ese esposo tuyo no puede, ni podrá- prendía un cigarro mientras estaba recostado en la cama el alfa petulante
-Solo terminamos aquí porque utilizas tus feromonas y es obvio que esta maldita naturaleza mía reacciona, pero escúchame bien, estoy cansado que juegues a esto, tengo una vida hecha, soy feliz, ahora solo vienes a traerme desdicha, te odio tanto- el alfa emitió una sonora carcajada.
-Así sera hasta que te divorcies, solo eres mío Steve Rogers tu eres mi omega destinado, que te entre en esa cabecita tuya, ahora más que nunca que coincidimos en el trabajo, menos me voy a separar de ti- Steve tomo sus cosas, antes de salir volteo a ver al alfa
-Te juro que esta es la última vez, estúpido alfa- le miro muy molesto.
-Siempre dirás lo mismo y aquí te veré en mi celo, lo pasaremos juntos y en esa ocasión te preñare, tendrás a mis hijos y te marcare para arrebatarte del lado de él- Steve salió corriendo, azotando la puerta.
Mientras caminaba a la salida de aquel lujoso hotel no podía evitar que algunas lágrimas escurrieran, salió el aire fresco de la noche le recordó lo húmeda que iba su cara, estaba llorando demasiado, hizo la parada a un taxi y subió.
Se vio por el retrovisor y limpio sus lágrimas.
- Me lleva a la torre Stark por favor- miro la hora, ya habían pasado tres días desde que ese despreciable alfa lo arrincono en el cuarto de medicamentos para inducirle su celo inyectándole la droga necesaria, aún faltaba días para ello, ya había hecho planes con su esposo para pasarlo lejos, en su casa que tenían en el lago.
Steve Rogers estaba casado con el multimillonario Anthony Stark desde hace casi 3 años.
Anthony Stark llego una noche de invierno junto con su esposa Virginia Potts, la cual había entrado en labor de parto con solo 7 meses de gestación, ese día había decidido usar unos enormes tacones para una conferencia, el piso estaba resbaloso, había escaleras y fue inevitable evitar que cayera, llego en grave estado pues una hemorragia se presentó.
-Maldita vanidad- murmuro Tony mientras ella entraba en el quirófano para una cesárea de emergencia.
- Le dije que no usara esos zapatos y no me hizo caso- le comento a su mejor amigo James Rhodes quien le daba ánimos de que todo saldría bien.
Steve Rogers se encontraba de guardia esa noche, era el enfermero en Jefe encargado del área de pediatría y urgencias el hospital no contaba con mucho presupuesto, el doctor Stephen Strange le solicito que se enfocara en la pequeña que traerían a cuneros y estaría en incubadora, estaba muy delicada y necesitaba toda la atención posible, su madre había muerto el nombre de la pequeña era Morgan Stark.
Él estuvo al pie de la incubadora los siguientes días, sabía lo difícil que sería todo eso para el padre de la bebé, había visto muchos casos, conoció al padre de la pequeña guerrera el cual estaba presentaba las etapas de inicio resultado de la pérdida de su esposa, Steve le infundo esperanza y ánimos, le aconsejo también hablar con un terapeuta por todo lo acontecido.
Los días se convirtieron en semanas y el enfermero estuvo para la pequeña Morgan la cual le había inspirado mucha ternura, le alimentaba, limpiaba y le contaba cuentos, relevando a Tony en su labor para que fuera a descansar.
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Contra la marea
FanfictionLa naturaleza del alfa-omega no siempre tiene que ser así, Steve y Tony lo saben