Prólogo

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Cierro con demasiada emoción contenida la bolsa de deporte, cargada hasta los topes con mi ropa y zapatos. Una última ojeada a mi habitación será suficiente para coger el valor necesario y de ese modo salir con la cabeza bien alta de ese lugar.

Bajo las escaleras. Cada escalón de madera tapizado con la antigua pero bien cuidada alfombra roja me da paso a la entrada. Tengo la carta preparada y siento como el reflejo del sol en la ventana al chocar con mi piel me proporciona el calor propio del verano del sur de California. 

'Vamos, Sophie' Alenta mi consciencia y de ese modo abro los ojos. Giro a la derecha por el arco sin puerta que da al salón y dejo la carta en la pequeña mesa de café que Ian suele usar para apoyar los pies mientras ve el jodido fútbol. Giro mi cuerpo 180º para salir de la sala cuando empizo a sentir pena, pero me impulso a mi misma, 'no hay más oportunidades'.

  - ¡Cariño, Feliz Cumpleaños! - Exclama Martha mientras baja con paso delicado los escalones - He ido a tu cuarto pero no estabas y... ¿Sophie, vas a alguna parte tan temprano?

''Mierda''. Siseo y giro poco a poco. 'Valor, McWarth, ahora o nunca'.

  - Gracias, Martha - Agradezco a su felicitación - Yo,... Me voy, de casa, para siempre. Ya sabes ¿no? - Pretendo una voz segura y firme pero la realización de la situación me supera muy fuertemente y no me veo en condiciones de mirarla a los ojos cuando pronuncio esas palabras.

  - Sophie, ¿qué dices, cielo? ¿Dónde vas a ir? ¡Es tu cumpleaños por el amor de Dios, no te puedes marchar ahora! - Exclama compungida. Su grito no es bravío, sino impotente, dolida por mi confesión y por la tristeza de que el día que ella y yo dibujábamos en nuestras mentes, ha llegado.

  - Por eso, porque es mi cumpleaños, porque cumplo hoy los dieciocho y a medias soy mayor de edad. Por ello he decidido que hoy era el día. Ambas sabemos que si no me voy hoy no me iré nunca, y yo necesito marchar lejos de todo lo que ha conformado mi vida hasta hoy.

  -Hija...

  -No digas eso Martha, no me puedes considerar una hija. Me voy ya. Dale las gracias a Ian .

  -Sophie, toma tu regalo. Haz lo que quieras con él - Dice extendiendo su mano temblorosa en mi dirección, sosteniendo en ella una caja azul con un bonito lazo negro.

La abro delante de ella, no con mucha idea de por qué. Supongo que mi inconsciente quiere que sepa que en algún lugar de mi yo la he tenido muy en cuenta. Rasgo el papel y abro la caja. Las letras SM cuelgan lustrosas y brillantes de una cadena del mismo color, plateada. 

Envuelvo mis brazos a su alrededor y beso su mejilla sonoramente. Sin más me giro y cerrando la puerta sin volver a mirar atrás, salgo.

¡Joder! - Chillo con eficacia. Mi cuerpo se propulsa de la cama y acabo sentada retirando el sudor de mi frente y la pegajosa sábana de mis piernas. 

Otra vez ese puto sueño que me atormenta siempre. Hoy con más motivo. Cuatro de julio. Es la independencia de mi país. También es mi cumpleaños.

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2015 ⏰

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