Capítulo 13: La Ira de Susano-no-Mikoto

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Habían pasado ya dos días desde aquella misión y bienvenida de Rengoku, tanto mis hermanas como Hanami no podían llegar a considerar la posibilidad de que fuera nuestro aliado, más mi rival que lo consideró inesperado, pero era la más feliz del grupo. Así la selección de dioses fue rápida y mientras yo me iba a entrenar con Deméter, ellas iban a tal misión y por un lado había sido eficaz ya que ella era amable, pero el entrenamiento era totalmente diferente por parecer un diablo y encadenarme a realizar ejercicios y usar mis habilidades divinas sin cesar, no obstante sus consejos me servían de ayuda para llegar a tal grado de controlarlas con más facilidad y llevar los límites de capacidades físicas a otro nivel, claro aún solo era el principio pero no creí que llevar un entrenamiento divino era tan devastador. 

--Uffff, menudo día, creo no podré mover mi cuerpo en mucho tiempo.--Suspiraba para tirarme a mi cama y así al fin cerrar los ojos para dormir, pero extrañamente el lugar se había vuelto oscuro como un rayo negro sin haber nada a mi alrededor, tampoco se dislumbraba mi cama lo que era bastante extraño. No obstante mis dudas se disiparon al aparecer en un tipo de zona montañosa bastante parecida al Cielo, era de noche pero podía notarse bastante bien el lugar, lo raro es que no entendía en qué parte del cielo de mi mundo me encontraba, ni el como había podido aparecer de sorpresa cuando se suponía que estaba en un lugar seguro. 

--Al fin apareces Kaede Kocho, hija de Amaterasu. Tienes mis respetos, has derrotado a un dios como Ryuujin, eso es impresionante, pero no deja más que me enfade el verte , y encima te has atrevido a usar mi espada para tratar de matarlo, ¿no es irónico? Una vez te había ayudado, yo también conocía tu ubicación, pero ni siquiera me has dado un gracias, ni siquiera tu maldita madre me ha dado tierras por ofrecerte mi ayuda, ¡las dos sois unas hipócritas! Tus hermanas me dan igual, pero tú tienes esa bondad que me hace odiar tanto a mí hermana, por eso he decidido matarte.--Añadía una sombra para revelarse como Susano, y claro que no me podía olvidar de su cara con ese cabello azul, la típica armadura dorada que ahora usaba de su padre con sus brazaletes y collar con diferentes rubíes a su alrededor, lo que no esperaba es que no hubiera aprendido la lección y ahora quería matarme a mí, aunque claro como estoy en su busca todos los dioses sintoístas iban a querer ir por mí. 

--Estás demente, eres un loco de las batallas. Te pasa lo mismo que a Shiori, eres neutral y si tu padre lo ordena, irás por mí, pero no es por tu padre esto. Tienes un asunto personal con ella desde el pasado, no puedes olvidar a aquella diosa que siempre estuvo por delante y le dieron unas tierras mejores que las tuyas, y como es la favorita te pones celoso, sólo te invade el remordimiento y no te dignas a hacerlo, pero que esperaba si hablo con alguien que le apasiona la guerra.--Me burlé frente al dios con una sonrisa en mi rostro, pero el ser divino sólo empezó a reírse sin más sin entender lo que le ocurría, realmente era extraño su comportamiento y si podía compararlo diría que es un desquiciado. 

--JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAAJAJAJ, que graciosa eres. No estoy celoso, al contrario me siento feliz que mi hermana haya conseguido tanto, y te diré una cosa: Una semidiosa como tú no debería hablar tanto si está frente a un dios. Hablo en serio, verás siempre me he considerado justo y por culpa de ella descendí al plano terrenal, por su causa tuve que incluso pedir ayuda a un mortal y derrotar a un monstruo patético como el Yamata no Orochi, y para recuperar mi liderazgo darle la Murakumo no Tsurugi que tienes en tus msnos. Por eso me vas a devolver la espada, quizá si eres amable no te vaya a dar una muerte infeliz y dolorosa, somos familia y entre tío y sobrina podemos entendernos, o tal vez… ¿sientes que soy un poco dramático?--Reía desquiciado mi tío con brusquedad y rudeza en sus palabras casi como un lunático, perfectamente había perdido la cabeza y los celos eran los únicos que dominaban en su mente racional. Quizás Susano había llegado a ser un dios justo y venerado, pero en el fondo no encontraba forma de lidiar con sus emociones y sentimientos escondidos. 

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