18. UN CAFÉ Y UN TÉ

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FRIDA

Juan ya casi no viene. Rara vez llega a comer y solo es para quejarse por lo «asqueroso» que cocino. Luego se va a dormir y se larga sin decir nada.

Al menos ya no ha arrojado el plato contra la pared o me ha metido la comida en la boca a la fuerza para que vea lo mala que está.

Por un lado, me alegra que así sea, pues tengo más libertad de ir y venir a dónde debo... O a dónde quiero.

Hoy fue una linda mañana para mí, porque no se paró por aquí en todo el día y la casa está limpia, huele bonito, todo brilla, todo reluce. Al menos, hasta que venga a ensuciar todo a propósito y traiga la oscuridad de nuevo, así estará por más tiempo.

A veces tengo algunas agradables fantasías en las que la policía viene para notificarme que Juan está muerto y me da un ataque de risa de pura felicidad. Hasta hoy no entiendo que gana manteniéndome presa si no me ama. Tal vez nunca lo hizo y yo caí como una idiota en su trampa para esclavas.

Lo único que le agradezco a esa zorra, es que me lo quite de encima tanto tiempo.

DAVINA

¿Y ahora este?¿Qué no se pensará largar? ¡Tiene aquí todo el día y ya estoy harta! Lo veo todo el día en el trabajo y encima se viene a meter a mi casa.

Eleodoro no me ha contestado ni un mensaje. Se está volviendo salvaje. Eso, o ya encontró a otra. No, eso no es posible él jura y perjura que me ama. Además, ¿quién va a querer a un ruco que apesta a gato todo el tiempo? ¡No, que horror!

La vez que le dí un agarrón para ver qué hacía, salió corriendo el muy tonto. ¿Pues no que me tiene muchas ganas? Otro hubiera aprovechado la promoción. No cualquiera tiene una oportunidad conmigo. Es tan rarito el pobre.

Pero ha sido el único que ha escrito algo decente para mí. Aún en ese programa asqueroso y sexista en el que tuve que estar por tres eternos años.

¿Habrá a encontrado a alguien más? ¡Ya sé!, mañana que salga temprano del llamado, lo voy a seguir. Tengo que saber. Ni lo quiero, pero eso no cambia que sea mío. Mío nada más.

JUAN

Lo único bueno de mi vida está a mi lado. Ojalá la hubiera conocido antes y no me hubiera metido con la estúpida de Frida.

No sirvió, no sirve ni servirá para nada. En cambio, Davina es perfecta y es mía, mía para siempre. Aunque ese imbécil de Eleodoro se muera de envidia.

Creí que Frida sería más valiente, que se me pondría al tú por tú, pero al primer manazo, se puso a chillar. No representa ningún reto. Se asusta con cualquier grito. Debería aprenderle algo a esta mamasita, aparte de preciosa, estoy seguro de que es capaz de apuñalárme mientras duermo. ¡Es una fiera! Tanto en la cama, como fuera de ella.

Sé que se acuesta con otros. Pero no me importa mientras siga estando conmigo. Nunca me dejes, Davina. Me volvería loco sin ti.

Le tomo la mano pero la aparta. Creo que sigue dormida.

NICOLÁS

Qué día tan flojo. Ni siquiera sé por qué me preocupo, como si tuviera necesidad de estresarme por esta tontería. Pero bueno, se supone que si uno inicia un negocio, es para ganar dinero, no para perderlo. Si no fuera porque es el pretexto perfecto para ver a Eleodoro, acabaría con esta farsa. Hablando del rey, aquí viene.

¡No, no, no! ¡Tengo que hacerle un cambio de imagen y rápido! ¡Esa maldita boina horrorosa la voy a desaparecer muy pronto!

-Hola, Nicolás -saluda cuando abre la puerta.

-Hola, Ele ¿Té? -ofrezco señalando hacia nuestro lugar detrás de las paredes.

-Claro. Me vendrá muy bien.

-Mejor té qué café.

-¿Qué tienes en contra del café? -dice, poniendo las manos en la cintura. Si tuviera alguna, claro.

-No me gusta -declaro-. Y a ti tampoco debería gustarte.

-¿Y porque a ti no te gusta, a mí no debería gustarme tampoco?

-A ti te hace daño, te altera, bien lo sabes.

-El té también tiene cafeína, sobre todo éste.

-¡Pero no es igual!

-Y el alterado soy yo, ¿verdad?

-¡Bebe y calla! -finjo estar molesto, le sirvo en una taza con flores rosas y se la extiendo junto con su plato correspondiente. Él la sujeta, sus manos tiemblan y la coloca sobre la mesa que separa nuestros asientos.

No sé si él sabe que estoy jugando y me arrepiento de inmediato por hablar de esa forma. Yo sé que estoy jugando, pero él no y se pone muy serio. Bebe su té en silencio.

-¿Cómo estuvo tu día? -Intento sonar más amigable.

-Igual que siempre -ni siquiera me mira. Fija la atención en la salida.

¡Soy un estúpido! ¡Ahora se quiere ir!

-Estaba jugando, Ele.

-¿Qué?

-Hace un momento, cuando te dije que te callaras.

Él sonríe y responde.

-Ya sé, no te preocupes.

-Perdón si soné demasiado convincente.

-Sí, lo hiciste -se levanta- ¿Te vas?

-Sí.

-Pero acabas de llegar...

-Sí, pero tengo algo que hacer

¡Miente, sé que miente!

-No es verdad. Perdóname, te juro que no era en serio, yo...

Me abraza y me da un beso en la cabeza.

-Ya lo sé, Nicolás. Pero de verdad, tengo algo que hacer.

-¿Y no puede esperar?

-No, es urgente. Gracias por el té.

Sonríe a medias y me dedica una de esas miradas tristes que tanto me gustan y tanto me duelen también.

Sale de nuestro lugar y lo sigo hasta la salida para despedirlo. Sube a su auto y se marcha a toda prisa. Yo solo levanto mi mano aunque sé que ya no me ve.

DAVINA

¡Es...es...! ¡Es Mendívil! ¡¿Qué hace Ele con él?! ¡Qué guardadito se lo tenía él desgraciado! Con razón no le hizo ni cosquillas la demanda de Juan. Salió más cabrón que bonito... Bien, Eleodoro, muy bien. Quién te viera con tu carita de mustio. Parece que Juan no estaba tan errado después de todo.

¡Le voy a escribir a Juan, esto tiene que saberlo!

¡¿Quién demonios...?! ¡Ay Diosito, es él! ¡Me vio! ¡Estoy jodida!












ELE (Versión Extendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora