Peonía Blanca.

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Si hice una continuación, así que ya no es un One Shot.

-Abrazo florecitas-

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Jin Zixuan esperaba un matrimonio lleno de amor, de confianza y respeto. Un matrimonio como el que imagino y siempre soñó, el que le contaba a su única amiga en esa prisión de paredes doradas.

Su matrimonio no fue lo que imaginó.

Su amada esposa, oh su amada esposa, tan delicada como una flor, tan suave como una pluma, tan cálida como el sol de verano, pero tan dañina como una espina.

Si Jin Zixuan se atrevía a comparar su matrimonio con algo, sería con una enredadera de espinas, con una fosa profunda y oscura. Como el mar en el que te estás hundiendo y no puedes salir para poder tomar una bocanada de aire. Tan asfixiante

Entienden lo que quiere dar a entender.

Jin Zixuan estaba en frente de su cuñado, con un agujero en el pecho provocado por Wen Qionling. Él piensa que fue su culpa, Wei Wuxian estaba alterado y aterrado. No lo culpaba, fue el estúpido de su primo, y aunque no quería admitirlo su hermano tenía algo que ver.

Aunque en su momento no lo pensó, pero sus ojos reflejaban un atisbo de satisfacción cuando se apresuró a detener a Jin Zixun. Y sabía... sabía que su esposa estaba confabulada con los planes retorcidos de su padre y hermano. Jin Zixuan podía ser muchas cosas pero idiota no era.

Estaba más que avergonzado cuando Wuxian interrogó a Zixun por los remanentes Wen.

Estaba avergonzado cuando se dio cuenta tras seguir a Lan Wangji tras Wei Wuxian que sólo eran ancianos, niños, algunos adolescentes y mujeres embarazadas que se encontraban en ese lugar de muerte.

Avergonzado por no percatarse de lo que hacía su padre y su hermano, por estar persiguiendo a una víbora disfrazada de un inocente ratón.

Porque Wei Wuxian y Jin Zixuan solo fueron una moneda de cambio para ambos mandos.

Era demasiado tarde. Lo sabía, pero quería cambiar las cosas. No, más bien, lo necesitaba.

Wei Wuxian se sentía acorralado. Jin Zixuan murió. Y fue su culpa, fue tan crédulo por confiar en ellos. debió detenerse, debió parar, pero no lo hizo.

Y aquí estaba ahora, en la desesperación porque la familia que creó fue asesinada, injustamente asesinada y él no pudo hacer nada nuevamente. La locura lo envolvió.

Dejó que el sello lo dominará y sabe con certeza que eso resultó en una catástrofe pero poco le importó, porque si a ellos no les importó.

¿Por qué a él debería importarle?

¿Por qué no podía tomar sus vidas, como ellos tomaron la de su familia?

¿Por qué tenía que callar, cuando ellos nunca se callaron nada?

No.

Esta vez él hablará. Se quejará y peleará con uñas y dientes si es necesario, porque ya le quitaron todo lo que le importaba... todo y más.

Cuando recobró el conocimiento estaba en su cueva. No sabe cómo llegó ahí pero no le tomó importancia. Ya no había nadie en ese mundo que lo mantuviera anclado.

Se dejó llevar una vez llegaron todos los clanes por su cabeza. Pero no lo tendrían tan fácil, claro que no. Pero una voz lo detuvo, ¿qué hacía ella aquí?

¿Shijie?

No creyó que la encontraría aquí, no a ella. Antes de que cualquier cultivador se acercará, ella vino y me sonrió, tan cálida pero al mismo tiempo tan siniestra.

Tan falsa.

Y entonces se acercó y solo sentí el escurrir de la sangre. El brote que salió de mis labios ahora pintados de carmín, mi reflejo en sus ojos lleno de satisfacción.

Se acercó y susurró a su oído.

"A-Ling no era mi hijo A-Xian. No te preocupes tampoco por quitarme a mi ahora difunto esposo, porque su hermano es mejor."

El dolor reflejado debió verse en mis ojos porque su sonrisa se amplió más. Con la poca fuerza que aún le quedaba a Wei Wuxian la empujó, para dejarse caer por el acantilado, tomando su flauta y dando una última orden.

Todo fue un escenario creado por estas personas.

Un escenario en donde muchas vidas se perdieron y los inocentes fueron masacrados.

Pero la historia no terminó ahí.

Uno pensaría que su alma estaría vagando por los rincones del mundo, tal vez entrando en el proceso de reencarnación como se creía o simplemente no volver a la vida, quien sabe.

Pero no, en realidad la vida lo regresó a su cuerpo de 15 años, en sus aventuras menos aventureras en los recesos de las nubes. No sabía si tomarlo como un castigo o alguna bendición.

¡Por Dianxia, él sólo quería morir en paz!

(Quizá en otro lugar Dianxia estornudo al ser mencionado...)

Respirando profundamente y de manera lenta, se concentró en las cosas buenas que podría traer consigo este extraño suceso.

Pensó en mil y una posibilidades mientras entraba a clases, no le prestó atención al Wei Wuxian que pasó corriendo y chocó su hombro sonriendo brillantemente y tan cálido como solo el sol podría hacerlo.

Tampoco prestó atención en sus pensamientos fuera de lugar.

Las clases del maestro Lan eran como de costumbre aburridas.

Lo único bueno es que ya sabía estos temas y podía fingir estar prestando atención para divagar en los acontecimientos pasados. Error, futuros.

Como parte uno de la lista, definitivamente era terminar el absurdo compromiso, no iba a volver a caer en una fantasía de esas.

A Jin Zixuan no lo hacían idiota. Él sabía que su esposa lo engañó, no solo una ni dos, varias veces, lo peor de todo es que fue con su hermano.

Tampoco se sorprendería si su hijo, por el cual se festejó un mes de nacimiento fuera de otra persona. La gente creía que sería él quien terminaría siendo como su padre, un hombre que no puede mantener los pantalones puestos y dejar regados a mil hijos por donde vaya una belleza caminando.

La sorpresa que se llevarían los demás si supieran que fue al revés.

Pero cada uno de sus pensamientos deprimentes quedaron en el olvido cuando un jadeo de dolor se escuchó a su derecha.

Wei Wuxian parecía estar hiperventilando, mirando de un lado a otro con incredulidad en sus ojos, y entonces una idea llegó a su mente.

¿Podría ser que él también...?

Lágrimas recorrían sus orbes platinados, sabía que después de su muerte sería complicado salir ileso de todas las faltas que podrían sacar las demás sectas contra su persona, pero dejarlo en ese estado, tan indefenso, tembloroso. No, Jin Zixuan no podía dejarlo así.

Inseguro se acercó a Wei Wuxian. Sus miradas se juntaron y pareció que de sus cuencas salían más lágrimas. Sus labios susurraban perdón de forma tan lastimera que su corazón se estrujo.

El mundo fue cruel con este chico.

Lo abrazó, acarició su espalda no muy seguro de hacerlo cuando lo sintió tensarse pero se relajo cuando le dijo que estaba bien, no había sido su culpa.

El arrepentimiento llegó.

Está vez hará las cosas bien. Y si es posible que el amor secreto que guardó en su adolescencia pueda realizarse, entonces, valdrá la pena la irá de su madre y el odio de la Matriarca JIang.

Porque está vez, no dejará ir a su primer amor.

Como una peonía blanca su amor será.

Un amor con olor a Peonías. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora