Nishimiya

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« Supongo que es tentador tratar todo como si fuera un clavo, si la única herramienta que tienes es un martillo»

-o-

El tic tac insistente del reloj en el pasillo tenia un par de minutos que le había provocado una pequeña migraña. Nishimiya, desde su asiento, miró a la silla del hombre que escribía en el escritorio delante ella y luego al reloj como si él no notase lo incomodo que era.

Dudó de eso. Probablemente lo hacían con la misma intención que ella en su consultorio.

Había algo terriblemente perturbador en los sonidos repetitivos, que todos los que quisiesen jugar con las mentes de otros sabían que tenían aprovechar, por lo que el paso de dos minutos más, le confirmó su calidad de victima en aquella espera.

—Joven—llamó al Ninja a sabiendas que probablemente era uno o dos años menor que él—¿Falta mucho?

Él levantó pesadamente la vista de sus documentos y miró al reloj, probablemente cansado de la mañana, o de ella, o de la vida. De cualquier modo, su mano garabateó algo sobre un pergamino y pasaron diez o veinte segundos de silencio hasta que dijo: —Tsunade-sama le atenderá cuando Tsunade-sama pueda atenderla, no antes, ni después.

Yuko se aclaró la garganta, incomoda con la respuesta, no se sentía paciente para presionar más allá de eso y probablemente el tampoco tuviese la culpa de que su espera se hubiese prolongado más del tiempo que ella tenía disponible para eso.

Debía ir al consultorio, donde tenia probablemente una pareja esperando para su terapia matrimonial en una mañana conflictiva y contraproducente, pero sabia a que se enfrentaba cuando Tsunade Senju llamó personalmente por ella —una simple medico civil— para cubrir un asunto extra confidencial. No a cualquiera le confiaba la salud mental de su preciada estudiante, le dijo, entonces le dio instrucciones detalladas de lo que debía hacer, entre esas, una o dos reportes extra oficiales al mes para ponerla al corriente de algunos detalles que probablemente el consejo no necesitaba leer en los informes.

Luego de unos minutos mas de espera, cuando estuvo a punto de volver a preguntar por su cita, el hombre levantó la cabeza del escritorio y saludo a un recién llegado que apenas doblaba la esquina.

—¡Eh, tú!

—Yo. Raidou—respondió con voz plana.

—Te estaban esperando desde hace como una hora—le dijo.

Él la miró a ella y luego la puerta cerrada sospesando alguna respuesta. Su único ojo pareció calcular mil y un pensamientos confusos, en cambió su respuesta fue escueta y desprovista de toda emoción.

—Yo puedo esperar ahora.

—¿Bromeas? Claro que vas a esperar, los Yamanaka tienen una de sus sesiones informativas ahí dentro. Tsunade esta fúrica, puedo sentirlo aquí.

El hombre de pelo gris se sentó a una silla de distancia de ella.

—¿Sí? Me pregunto por qué será.

El tal Raidou volvió la vista los documentos delante, rebuscando entre ellos.

—Ibiki pasó esta mañana, te dejó esto—le entregó dos folios blancos tamaño oficio—. Dijo que ya sabias qué hacer.

—Odio la tarea, Raidou.

—No es mi problema, hombre.

Pasaron unos minutos, tres, cuatro o veinte, el tiempo era muy subjetivo en las esperas. Nishimiya volvió a mirar el reloj, la hora de su cita había pasado por completo y esperaba que alguien en la clínica hubiese tenido la delicadeza de atender a sus pacientes o despecharlos a la salida. ¿La espera también era parte del contrato? No, esto no tenia nada que ver con la tarea para la que se le llamó, pero Yuko tenia muy poco que decir acerca de eso.

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